Capítulo 1

A estas alturas no puedo esperar mucho más del año. Iniciada la estación invernal, acudo sola al entierro de un familiar de mi cuñado. Ya llevaba dos años viviendo con una compañera en un piso en el centro de la ciudad, mientras que mis padres vivían a las afueras, cuando me enteré de la noticia y no me dio tiempo de pedirle a otra persona que me acompañase.

—Tu hermana necesita tu apoyo, hija.

—Si no conozco a nadie —protesté—. Le daré el pésamePésame Pésame: Se llama pésame o condolencias a la expresión con que se manifiesta el sentimiento de pena o tristeza por el fallecimiento de una persona. Las condolencias y el pésame se da a los familiares más cercanos del fallecido, muy en particular al cónyuge, hermanos, padres e hijos. por respeto, pero no me apetece verlos otra vez.

—Alexia, no es una petición.

—¿Y por qué no van ustedes?

—No hay billetes hasta después de la fecha y tú vives cerca —repuso mi madre al teléfono—. Por favor…

—Bueno, vale.

Allí todos lamentan la pérdida. Sin embargo, me encuentro ajena al pésame de los asistentes y mi rostro puede reflejar la necesidad de huir del lugar por incomodidad. La única razón de mi presencia es mi hermana, pero no quita el hecho de que una disputaDisputa Una disputa es, en general, un conflicto, un debate o una controversia. con mi cuñado nos haya distanciado bastante. La mayoría son desconocidos y mis queridos progenitoresProgenitor Los progenitores de un individuo son aquellos que le traen al mundo y con quienes se halla emparentado genéticamente, de acuerdo a las leyes de la herencia. han escogido estas fechas para unas vacaciones navideñas en un crucero por el Mediterráneo.

En el momento que siento la oportunidad, recojo mi paraguas cerrado del suelo y echo a caminar a través de la fina capa de nieve que pinta de blanco la superficie. No me despido. Contemplo la maravillosa vista de la ciudad iluminada al mismo tiempo que escucho los villancicos en la rotonda. Nunca he pasado la Navidad sola, siempre visitaba a mis padres, y el planazo va a ser un maratón de películas y manta o gastar el dinero en un viaje imprevisto, dependerá de mis ánimos del último segundo.

De repente, un tropiezo y me encuentro agarrada de la cintura por el mango de mi paraguas evitando lo que hubiese sido una penosa caída mientras un chico sostiene el otro extremo con una mano y dos vasos de café dentro de una caja en la otra. La madera se clava en mi piel y hago una mueca de dolor. En realidad, más vergonzosa no podía parecer la escena. Este me dedica una sonrisa divertida:

—¿Distraída? La próxima vez, deberías mirar por donde vas. Imagina que llegas a tirar el café ardiendo sobre alguno de los dos —dice sin dejar de sujetar el paraguas. A pesar del tono, no parece que me reprochara nada. Tampoco distingo bien su físico porque mis gafas están en casa.

—Lo si… siento —me disculpo incómoda por la postura—. No era lo que pretendía…

—Si lo hubiéramos hecho a propósito, no habría quedado igual. En todo caso, Noah Ruiz, a su servicio. —Y me ofrece su mano tras ayudarme a quitar el mango del paraguas de mi cintura y devolvérmelo.

—Alexia Jenkins, encantada.

Acepto su mano firmemente. Dura más tiempo de lo que debería ser un simple apretón de mano. Él hace una reverencia extraña como despedida, la cual me parece divertida, y se marcha tarareando una pegadiza canción.

Me cuesta unos minutos reaccionar antes de seguir mi camino y llegar a mi edificio. El portero me recibe desde el mostrador con un gesto habitual en él y con su semblante detrás de una revista y yo espero a que las puertas del ascensor se cierren. Ya dentro del piso, dejo el paraguas rojo en su sitio, tomo una ducha, y mi teléfono suena con la misma melodía pegadiza de antes al salir del baño. Me apresuro a contestar:

—¿Aló?

—¿Lexi? ¿Dónde estás? —su voz deja claro que llevaba llorando un buen rato.

—En mi casa, Elisa. —Ruedo los ojos inconsistentemente. Ya le había dejado claro que no iba a estar durante todo el funeral.

—Pero… me lo prometiste —farfulla y vuelve a quebrarse, aunque se recupera para hablar—. No quería pasar por esto sola.

—Al igual que cuando… —no termino temiendo su reacción—. No puedes esperar que me quede tanto tiempo en un lugar incómodo donde no conozco a nadie excepto a ti, porque eres de la familia.

—¿Y qué hace la familia?… ¡Apoyarse!

—No empieces, pesada. Tu novio y yo no tenemos nada que ver. Le di el pésame y ya. Solo lo hice por respeto hacia él, su abuelo y hacia ti —eso último lo susurré para tener la conciencia tranquila esta noche.

—No puedes pasar de página, ¿verdad? —la voz se le quiebra de vez en cuando. Sabía que a ella sí le importaba; es entendible y me arrepiento al instante—. Qué poco sensible eres…

—Elisa…

Nada. Ha colgado antes de poder disculparme. Echo la cabeza hacia atrás y cierro los ojos unos segundos para ir a acostarme sin cenar, la discusión me ha quitado el hambre, algo nada común. Justo antes de dormir, me viene a la cabeza el momento en el que quedé colgada de mi paraguas y la sonrisa me deja aún más agotada. Creo que unas vacaciones en cualquier otro lugar me vendrían bien.