Capítulo 5: La biblioteca viva

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LA BIBLIOTECA VIVA

Martín intentaba imaginar qué aventura vivirían esa noche, pero no se le ocurría nada. Creía que ya no quedaban cosas interesantes por experimentar, aunque esperaba ansiosoAnsioso Ansioso: Que siente inquietud o angustia. que Romeo volviera a sorprenderlo.

—¿Cuál es nuestra siguiente parada? —preguntó el pequeño.

—La biblioteca con vida.

—Pero ¿qué puede haber vivo en una biblioteca? Como no sean los ratones… Esto sí que es absurdo. Además, a mí no me gusta nada leer.

—Pues a partir de hoy vas a cambiar de opinión —afirmó Romeo convencido—. ¿Qué sección prefieres?

—Bueno, vamos a probar con los libros de superhéroes…

Caminaron varios metros, giraron a la izquierda y, luego, tomaron el tercer pasillo de la derecha.

—Aquí está. Esta es la sección de superhéroes.

—¡Vaya! —exclamó Martín sorprendido—. ¡Es enorme! Aquí hay muchos, muchos, muchísssimos libros. Un montón de estanterías llenas de libros.

—Te voy a decir por qué esta biblioteca está viva —empezó a explicarle su amigo—. No tienes que buscar un libro, ni pensar cuál te gustará o si será aburrido, ellos lo hacen por ti.

—¿Ellos? ¿Quiénes son ellos? —preguntó intrigadísimo.

—Pues quiénes van a ser, hombre… ¡Los libros! Tú solo piensa en algo que te guste y ellos harán el resto.

Martín se puso a pensar y, de repente, un libro empezó a moverse, cayó al suelo y se abrió lentamente. Entonces, comenzaron a salir sus personajes. Eran superhéroes enormes que luchaban, pero luchaban de una manera distinta.

Rápidamente, Martín identificó al superhéroe bueno. Estaban en plena batalla. Sin embargo, era una batalla muy especial. No tenían armas, ni se pegaban. Luchaban con las palabras. Ganaba la batalla el que, diciendo solo la verdad y defendiéndose de manera educada y sin insultosInsultos Insultos: Acción que ofende o humilla a una persona., dejaba sin argumentosArgumentos Argumento: Razonamiento que demuestra o justifica algo. al adversarioAdversario Adversario: Persona que compite con otros..

El pequeño se quedó maravillado con la cantidad de palabras correctas con las que podían decirse las cosas sin molestar a los demás y convenciéndoles de que lo estaban haciendo muy mal y de que no debían volver a hacerlo.

Esta batalla le encantó a Martín. Se preguntaba cuántos de sus compañeros de clase serían capaces de volver a portarse mal con semejantes argumentos y justificaciones.

***

Al día siguiente, Martín usó la técnica de sus superhéroes favoritos para enfrentarse a un niño que se dedicaba a molestarlo todos los días a la hora del recreo. Era un niño muy maleducado que lo insultaba, se reía de él y no lo dejaba en paz nunca.

Cuando empezó a hacer de las suyas, Martín se puso muy recto y estirado, y con voz firme y serena le dijo:

—Estás perdiendo el precioso tiempo que puedes dedicar a jugar con tus amigos.

—¿Qué te pasa? ¿Quieres que te grite aún más? —preguntó el niño.

—Puedes hacer lo que quieras —respondió Martín—, pero tus gritos y tus insultos no me molestan, ni siquiera me importan. Las palabras que realmente me importan son las de mis familiares, mis amigos y las personas que me quieren. Ellos no me insultan nunca. Es más, siempre tienen palabras cariñosas y me animan en todo lo que hago. Te vuelvo a repetir que conmigo pierdes el tiempo. No conseguirás nada. ¡Ah!, y si algún día decides cambiar de actitud, quizás podamos ser amigos.

Ese día Martín volvió a casa con la sensación de haberse quitado un gran peso de encima. Por la noche, le dijo a Romeo que a partir de ese momento solo iba a hacer caso a las personas que se dirigían a él con respeto y educación, y que él también iba a hacer lo mismo. Había visto con sus propios ojos que se podía ganar una gran batalla siendo educado y teniendo muy claro que un buen comportamiento y un buen diálogo eran el camino correcto para conseguir el respeto y la admiración de los demás.