Capítulo 3: El campo de fútbol de chocolate

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EL CAMPO DE FÚTBOL DE CHOCOLATE

—Hola, Romeo. ¿Sabes?, hoy he estudiado y jugado a la vez. He usado mis soldados de juguete para estudiar la batalla de mi clase de Historia. ¡Ha sido estupendo! ¿Dónde paramos hoy?

—Nuestra siguiente parada es en un campo de fútbol. Hoy jugaremos un gran partido.

—¿Y de dónde sacamos al resto del equipo? Solo estamos tú y yo…

—De donde siempre, Martín, de nuestra cabecita. Pero nuestro campo de fútbol es un campo especial —dijo con entusiasmo Romeo—. No tiene césped como los campos normales, el suelo es ¡de chocolate crujiente!, y huele muuuuy bien. Los jugadores no van en pantalón corto y botas de fútbol, sino disfrazados de animales: uno de león, otro de gato, otro de ciempiésCiempiés Ciempiés: Pequeño invertebrado terrestre de cuerpo marrón rojizo muy alargado y aplanado, dividido en múltiples segmentos.… Resulta casi imposible saber quién es de tu equipo y eso hace que el partido sea aún más divertido. Además… ¡no hay balón!

—Eso sí que es imposible. No se puede jugar al fútbol sin balón, es lo único imprescindible.

—Te vuelves a equivocar —replicó Romeo—. Hay muchos globos, pero… muchos, muchos, muchísssimos. Globos de mil colores distintos. Además, están llenos de agua y, cada vez que chutasChutas Chutar: En fútbol, golpear fuertemente el balón con el pie, generalmente en dirección a la portería contraria., mojas a todos los de alrededor, incluso nosotros acabamos empapados. Y cuando te caigas al suelo, aprovecha para comer un poquito de chocolate.

Al despertarse, a Martín le dolía la barriguita y tenía la sensación de haber jugado el mejor partido de fútbol de su vida, aun sin saber si había ganado o perdido.

***

Al día siguiente, en el recreo, Martín jugó al fútbol con sus compañeros de clase. Cuando terminó el partido, reía muy contento.

—¿Por qué te ríes si hemos perdido? —le preguntó su amigo Fernando.

—¿Y qué más da? —contestó Martín—. Me lo he pasado genial y eso es lo que realmente importa.

Esa noche, cuando comenzó el sueño, Martín le dijo a Romeo:

—Romeo, hoy por fin he disfrutado de verdad jugando al fútbol con mis compañeros de clase. Mi equipo perdió y, por primera vez, no me importó.

—¡Estupendo, Martín! Ya empiezas a disfrutar de las cosas importantes de la vida.