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—Pues sí que tiene a su tierra presente y de qué manera. Mira, mira. En 1916, siendo diputado, hizo las gestiones ante el ministro de Instrucción Pública para que se construyera en Las Palmas un instituto público de segunda enseñanza. Primero se abrió en la actual calle Pérez Galdós para luego pasarlo a Juan de Quesada, en el lugar donde está actualmente el RectoradoRectorado Rectorado: Oficio, cargo y oficina del rector. de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.

»Durante la Guerra Civil, el edificio se destinó a hospital militar. Estuvo también en el Colegio de los Jesuitas durante la República y luego en Canalejas, donde hoy está el PolitécnicoPolitécnico Politécnico: Que abarca muchas ciencias o artes.. Fue en 1959 cuando el Estado construyó otro edificio para el instituto en la calle Tomás Morales, donde mucha gente humilde pudo acceder a estudios superiores sin tener que ir a examinarse a Tenerife.

»Dicen que todo canario que recalaba en Madrid, lo conociera o no, era bien recibido en su casa y habla- ban de «la tierra de mis amores», como la llamaba Galdós. En tiempos de frío, le hablaba a su hija María sobre las benignidades del clima canario. También a ella le decía que «para escribir bien y para el pueblo hay que acordarse primero de las dos mamás: la mamá y la tierra de los recuerdos infantiles».

»En sus novelas nombró a alguno de sus paisanos, como Tomás Morales, y utilizaba palabras que recordaba con sus familiares en Madrid y que llevaba a sus novelas, como ‘machango’, ‘sollajoSollajo Sollajo: Persona grande y corpulenta.’, ‘gañoteGañote Gañote: Garganta (parte interna o externa).’, ‘mogollón’ y otras. Así se lo hizo saber a Claudio de la Torre, novelista, poeta, dramaturgoDramaturgo Dramaturgo: Persona que escribe obras de teatro. y director de cine y teatro, hermano de Josefina de la Torre:

Mis libros están llenos de paisanos nuestros y cual- quiera que conozca bien Canarias los reconocerá.

Gara continuó con el resumen de sus investigaciones.

—Irina, ¿te has fijado en los dibujos y caricaturas que hacía Don Benito?

—Sí, Manuela me contó que era un grandísimo dibujante. Trajo mucha información y quiere hacer un PowerPoint con dibujos y caricaturas de Don Benito, poniéndole su propia música de fondo. Puede quedar muy chulo. Se conservan muchos de esos trabajos. Y hay quien dice que, si bien no habló de su tierra en las novelas, sí lo hizo con sus dibujos de paisajes y retratos de gente de nuestra tierra.

»En sus primeros años en Madrid solía frecuentar el Café Universal. Allí se reunían muchos cana- rios. Él era poco hablador y no participaba mucho en las tertulias que allí tenían lugar. Pero se dedicaba a dibujar. De esa época son dos álbumes de dibujos titulados Las Canarias y Atlas zoológico. Vaya, Manuela en clase está todo el día dibujando y calladita. ¡Como Don Benito!

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»¡Yas, Gara, si vieras a Manu en clase! Porque tienes que verla, ya que oírla… Y en el recreo parece un espía de la CIA: mirando, mirando y sola. Pero no se le ve triste, ¡qué va! Es muy rarita. Fíjate que no va algún día a clase y ni le ponen falta porque no lo notamos. Y es que a menudo está enferma: padece de alergias y migrañasMigrañas La migraña es un dolor de cabeza que puede causar un dolor pulsátil intenso o una sensación pulsante generalmente de un solo lado.. ¡No será de hablar…! ¡ja, ja, ja!

—Chacha, mira que eres cotilla. Y Manuela creo que, con lo que le rodea, para hablar de boberías, mejor se calla. Pero sigamos a lo nuestro, que desde que encuentras un charco te bañas… Hablando de la relación de Galdós con su tierra a través de su faceta de dibujante… ¿Entonces?, ¿de qué nos quejamos?

¿Nos olvidó? Está claro que no. Creo que sus recuerdos siempre estaban envueltos en Canarias, pero hay que ponerse en su lugar… —dijo Gara a la vez que ponía cara de estar dándole vueltas a algo importante.

—¿Qué, Gara? ¿En tranceTrance Trance: Momento critico y decisivo por donde pasa alguien.? ¿Qué desayunaste? Se te ve cara de tener una buena pedrada. Habla ya o calla para siempre.

Y es que la indígena fijó su mirada en el punto por donde han de transitar todos los pensamientos que pasan volando, y ella no quería perder el hilo y que escaparan al mundo de las ideas sin aprovechar.

De pronto, se volvió hacia su amiga, le cerró el ordenador, guardó todo en la mochila y la cogió de la mano con brusquedad arrastrándola por la biblio- teca, ya vacía por ser la última hora del viernes.

—Irina, cogemos la guagua y nos vamos a ver a Don Benito. Allí te voy a explicar algo. Localiza a Manuela para que se acerque. O mejor, yo te lo cuento y tú te las entiendes con ella. Por no meter la pata con lo nuestro. ¡Venga, ligerita! ¡Espabila!

—¡Misericordia, doña Perfecta! ¡Ten misericordia de esta pobre Fortunata! ¡No me des tormento!

¡Chacha, que yo también manejo fleje!

—Investigación y espíritu crítico. Investigación, pequeña Irina.

—Madre mía. Con el CNI hemos topado. Y lo de pequeña… En fin. Al grano.

—Esta, nuestra ciudad, desde su fundación por aquellos que vinieron de fuera, no creas que cambió mucho desde el siglo XV. En la época de nuestro amigo Don Benito tendría unos quince mil habi- tantes y estaba formada por dos barrios, Vegueta y Triana, amurallados y comunicados por dos puentes que cruzaban el hermoso barranco Guiniguada, que hoy, en su timidez, yace bajo el asfalto. O mejor, por vergüenza de lo que tu generación ha hecho.

—Bueno, Gara, coge surco que hoy ese no es el tema.

—De acuerdo, ¡pero es que me da mucha rabia! Bueno, no me mires así. Sigo: sus calles estaban ilu- minadas por faroles de aceite y había pilares públi- cos. No había luz eléctrica, ni institutos públicos, ni teatros, ni bibliotecas, ni carruajes por las calles, ni visos de progreso. Sí que había muchos conventos, iglesias y ermitas, eso sí.

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»Por otro lado, Galdós llegó a Madrid y se encon- tró un mundo de cambios políticos mareante. Así, un chico que salía de esa ciudad que te he descrito entra en la villa y corte, capital de una España zaran- deada de lado a lado. Y es testigo del SexenioSexenio Sexenio: Periodo de 6 años. Revo- lucionario, la conspiración y las revueltas que aca- barían con el reinado de Isabel II para dar paso al gobierno provisional del general Serrano.

»Presenció el cortejo fúnebre del general Prim, asesi- nado en 1870, la llegada al trono de Amadeo de Saboya y su posterior abdicación, la Primera República…

—Calla, calla… ¡Ya! No puedo asimilar tanta información. Mi serenidad cotidiana no puede con este tiovivo de hechos…

—Vaya, ¿pues no te me pareciste a Don Benito?

«Mi serenidad cotidiana», ¡madre mía…! Pues eso mismo pudo haberle ocurrido a un Galdós que, encima, resultó ser un hombre comprometido a más no poder —concluyó Gara como quien resuelve un complejo crucigrama.

—Claro, allí tanto y en Canarias tan poco

—resumió Irina.

—Eso tampoco es justo. Pensemos… Lo que creo que ocurrió es que empezó a ver y a transcribir la vida en papel. Su obra, de un realismo a lo bestia, pasó a lo nacional para convertirse, con el paso de los años,

en universal. Él escribía lo que veía. Como un perio- dista, pero con estilo novelístico. Fue para estudiar Leyes y su pasión hizo que las leyes naturales lo aca- pararan. El naturalismo, lo cotidiano, lo cercano…

—Madre mía, Gara. La indígena enseñándome acerca de Pérez Galdós y seguro que sin haber leído nada de sus novelas. Y este rollo último que me has endilgado de sopetónSopetón Sopetón: Sorpresa que causa un hecho que se produce de manera inesperada. y sin anestesia, ¿qué explica?

—preguntó Irina.

—¿Que qué explica? Te estás mostrando más corta que febrero. Pues tal vez el porqué no escri- bió sobre Canarias. Su misión literaria entró en otro ámbito. Y bien que podría haber hecho algo sobre Canarias, pero no lo hizo, ¿y eso explica que no qui- siera a los suyos? Pues no.

»Y un apunte que cubra un poco tu ignorancia, que no la mía. En 1862 se celebró la Exposición Provin- cial de Bellas Artes y nuestro Don Benito recibió una mención honorífica por su obra Boceto sobre un asunto de la historia de Gran Canaria sobre la conquista y ren- dición de la isla. ¡Me toca muy de cerca! ¿O no, listi- lla? Esto lo pillé de una hoja que Manuela se olvidó en la biblioteca. ¡Mira que sabe la calladita!

—¡Vaya si te toca de cerca, con los años que hace y lo mayor que tú eres… ja, ja, ja! Es bromita, compi. Sigamos con lo importante. ¡No es que lo tuyo no lo sea! Tienes razón en todo. Yo creo que sí quería a su tierra.

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»Fue víctima de una campaña de desprestigio que le arrebató el Premio Nobel de Literatura para el que fue nominado tres o cuatro veces. Su biografía fue tergiversada por sus coetáneosCoetáneos Coetáneo:[persona] Que vive en la misma época que otra persona o en la época en la que se produce un suceso que se menciona. y por la posterior dictadura de Franco, por los altos cargos de la Iglesia, la política y la sociedad isleña.

»Mucha lucha es la lucha contra la tiranía, el caciquismoCaciquismo Cacique: Persona que valiéndose de su influencia o riqueza interviene arbitraria o abusivamente en la política y administración de una comunidad., la incultura en la que estaba sumida la mayoría de la población y, sobre todo, el fanatismo religioso. No le perdonaron jamás lo que sobre ellos hablaba en sus novelas.

VICTORIA: Socialista… así se dice… la idea de apo- derarme de ti, invadiendo cautelosamente tu confianza, para repartir tus riquezas, dando lo que te sobra a los que nada tienen… para ordenar las cosas mejor de lo que están, nivelando, ¿sabes?, nivelando. CRUZ: (con violencia) Cállate; no me provoques… Si eso fuera verdad, tendría que exterminarte.

VICTORIA: Pues empieza ya tu exterminio…

de la loca de la casa

—Pues sí que voy estando de acuerdo con estas reflexiones. No sé si serán muy acertadas, pero a mí me valen para algo importante. Se me está borrando aquella pena de la que te hablé. Ahora solo siento pena por no haber descubierto antes a este señor que nació en mi ciudad y que es uno de los grandes genios de la literatura. Gara, nos hace falta mucho tiempo para desagraviarlo. Ya lo dijo Unamuno. ¿Te acuerdas de la estatua en Artenara?

—Sí, Irina. Y espero que tengas claro que primero fue el hombre…¡Pobre Marco, se me vino a la cabeza!

¡Ja, ja, ja!

—Pues eso, Gara. Unamuno, que en vida no se llevó demasiado bien con Don Benito, en fechas cercanas a la muerte de nuestro escritor dijo:

Leyendo su obra, nos daremos cuenta del bochorno que pesa sobre la España en que él ha muerto.

—No nos va a pasar. No lo creo. ¡Míralo! Parece que sonríe. Ya has empezado a poner las cosas en su sitio. Ahora la palabra, la misma que él usó de forma tan magistral, su palabra, es la que tiene que sonar a los cuatro vientos. Como las campanas de San Fran- cisco. Y cuando te pregunten por Don Benito y te digan que por qué sí, solo tendrás que decirles lo que le dijo a Enrique González Fiol en julio de 1910 con motivo de una entrevista: «¿De dónde es usted, Don Benito?».

¿Que de dónde soy? Pero hombre, si eso todo el mundo lo sabe, de Las Palmas.

 4 de enero de 2020