Irina se quedó mirando cómo la larguirucha Manuela salía de la biblioteca, más grande que nunca. No, no se había equivocado al aceptar su ayuda. Mucho… ¡Manuela sabía muuucho de Don Benito! Pero… ¿se habría dado cuenta de la existencia de Gara? ¡Ay, mi madre…!
De pronto notó la presencia de la indígena y se agarró fuerte a la silla para evitar dar un chillido. Seguro que los latidos de su corazón sí que los sentían sus compañeros de mesa. ¡Vaya día de sobresaltos!
—Pero chica, ¿quién va a ser si no? Gara, cariño, tu amiga del pasado. ¿O podría haberte dado la sor- presa otro? ¿Tu chico tal vez?
—Venga, déjate de boberías y… ¡al turrón!
—¡Tú-rrón, mi-ron y la fiesta completa!
—Manuela se fue a trabajar su parte. No veas lo que sabe la chavala de Pérez Galdós… Pero me acaba de contar un cuento de fantasmas y… no sé por qué me da que sabe lo nuestro. Bueno, vamos allá con lo nuestro. ¡Vaya con lo nuestro…!
—Olvídate y no seas paranoica. Como te decía, la fiesta completa. Escucha si no:
Con la fiesta con que me honráis, quiero y debo ver, más que el aplauso de mis paisanos, y así lo declaro sin pararme a indagar el motivo de tan grandes honores, ni a discernir si me lo tributáis con justicia o sin ella.
Me basta ver y sentir este cariño, a él correspondo con mi gratitud, y quisiera que vuestros sentimientos y los míos, unidos en su solo haz, recayesen sobre nuestra tierra, para que a ella vuelva todo lo que de ella ha salido, y sea suyo todo lo que de derecho le pertenece.
—¿Eso lo dijo Galdós? ¿Y se refiere a nuestra tierra canaria?
—Pues sí, Irina. El 9 de diciembre de 1900, destacados canarios residentes en Madrid le hacen un homenaje a Don Benito. Entre ellos, Benítez de Lugo, Nicolás Estévanez, Luis Doreste Silva y muchos más. ¡Y quita esa cara bobalicona, que te leo el pensamiento! ¡Sí, nombres de calles todos ellos!
—¡Es que me acuerdo de Marco y…! ¡Ja, ja, ja, ja! Pues parece que habla con cariño y agradecimiento de sus paisanos.
—Pues eso. Y escucha este otro fragmento de una carta a su amigo León y Castillo… ¡Irina, no te sonrías…!
Madrid, 10 de febrero de 1914
Mi querido Fernando, aunque mi mala salud y la pérdida gradual de mi vista me piden descanso y alejamiento de la política, no he podido resistir al requerimiento cariñoso de nuestros paisanos, que me han hecho el honor de incluirme en la candidatura por Las Palmas. Te agradezco vivamente tu intervención decisiva en este asunto, y ahora triunfante mi candidatura, solo falta que mi endebleEndeble Endeble: Que es muy débil y tiene poca solidez, fuerza o resistencia. salud me permita atender cuidadosamente los intereses de nuestro querido pueblo. Ya sabes que está siempre a tus órdenes tu antiguo y constante amigo que te quiere de veras.
B. Pérez Galdós
—Mucho cariño veo en esas palabras. Recordaba su tierra con mucho cariño. ¿No lo ves, Gara?
—Toda la razón, compañera. Algo se nos esconde o… nos han escondido. Sigamos.
Las muchachas estaban entusiasmadas. Cada vez conocían más acerca del escritor que las observaba desde las páginas que iban desgranando. Don Benito las miraba, distraído a veces, y otras con ojos escrutadores mientras acariciaba a su perro.
—Mira, Gara. Cuando faltaban dos años para empezar el siglo XX…
—¿Y por qué paras? ¿Me pones a prueba? 1899, listilla.
—Bien, a la clase de números romanos sí fuiste…
—Y a la de lucha canaria también… ¡Vamos, continúa!
—Pues bien, la compañía de María Guerrero, que representaría una obra de Don Benito, vino a actuar a lo que hoy llamamos Teatro Pérez Galdós y este le dijo a la tal María, que fue muy amiga suya:
Ya verá usted, ya verá la gran María qué país tan bonito, qué gente tan buena y tan hospitalaria y qué público tan notable y entusiasta.
—Pues sí que tiene a su tierra presente y de qué manera. Mira, mira. En 1916, siendo diputado, hizo las gestiones ante el ministro de Instrucción Pública para que se construyera en Las Palmas un instituto público de segunda enseñanza. Primero se abrió en la actual calle Pérez Galdós para luego pasarlo a Juan de Quesada, en el lugar donde está actualmente el RectoradoRectorado Rectorado: Oficio, cargo y oficina del rector. de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.
»Durante la Guerra Civil, el edificio se destinó a hospital militar. Estuvo también en el Colegio de los Jesuitas durante la República y luego en Canalejas, donde hoy está el PolitécnicoPolitécnico Politécnico: Que abarca muchas ciencias o artes.. Fue en 1959 cuando el Estado construyó otro edificio para el instituto en la calle Tomás Morales, donde mucha gente humilde pudo acceder a estudios superiores sin tener que ir a examinarse a Tenerife.
»Dicen que todo canario que recalaba en Madrid, lo conociera o no, era bien recibido en su casa y hablaban de «la tierra de mis amores», como la llamaba Galdós. En tiempos de frío, le hablaba a su hija María sobre las benignidades del clima canario. También a ella le decía que «para escribir bien y para el pueblo hay que acordarse primero de las dos mamás: la mamá y la tierra de los recuerdos infantiles».
»En sus novelas nombró a alguno de sus paisanos, como Tomás Morales, y utilizaba palabras que recordaba con sus familiares en Madrid y que llevaba a sus novelas, como ‘machango’, ‘sollajoSollajo Sollajo: Persona grande y corpulenta.’, ‘gañoteGañote Gañote: Garganta (parte interna o externa).’, ‘mogollón’ y otras. Así se lo hizo saber a Claudio de la Torre, novelista, poeta, dramaturgoDramaturgo Dramaturgo: Persona que escribe obras de teatro. y director de cine y teatro, hermano de Josefina de la Torre:
Mis libros están llenos de paisanos nuestros y cual- quiera que conozca bien Canarias los reconocerá.
Gara continuó con el resumen de sus investigaciones.
—Irina, ¿te has fijado en los dibujos y caricaturas que hacía Don Benito?
—Sí, Manuela me contó que era un grandísimo dibujante. Trajo mucha información y quiere hacer un PowerPoint con dibujos y caricaturas de Don Benito, poniéndole su propia música de fondo. Puede quedar muy chulo. Se conservan muchos de esos trabajos. Y hay quien dice que, si bien no habló de su tierra en las novelas, sí lo hizo con sus dibujos de paisajes y retratos de gente de nuestra tierra.
»En sus primeros años en Madrid solía frecuentar el Café Universal. Allí se reunían muchos cana- rios. Él era poco hablador y no participaba mucho en las tertulias que allí tenían lugar. Pero se dedicaba a dibujar. De esa época son dos álbumes de dibujos titulados Las Canarias y Atlas zoológico. Vaya, Manuela en clase está todo el día dibujando y calladita. ¡Como Don Benito!
»¡Yas, Gara, si vieras a Manu en clase! Porque tienes que verla, ya que oírla… Y en el recreo parece un espía de la CIA: mirando, mirando y sola. Pero no se le ve triste, ¡qué va! Es muy rarita. Fíjate que no va algún día a clase y ni le ponen falta porque no lo notamos. Y es que a menudo está enferma: padece de alergias y migrañasMigrañas La migraña es un dolor de cabeza que puede causar un dolor pulsátil intenso o una sensación pulsante generalmente de un solo lado.. ¡No será de hablar…! ¡ja, ja, ja!
—Chacha, mira que eres cotilla. Y Manuela creo que, con lo que le rodea, para hablar de boberías, mejor se calla. Pero sigamos a lo nuestro, que desde que encuentras un charco te bañas… Hablando de la relación de Galdós con su tierra a través de su faceta de dibujante… ¿Entonces?, ¿de qué nos quejamos?
¿Nos olvidó? Está claro que no. Creo que sus recuerdos siempre estaban envueltos en Canarias, pero hay que ponerse en su lugar… —dijo Gara a la vez que ponía cara de estar dándole vueltas a algo importante.
—¿Qué, Gara? ¿En tranceTrance Trance: Momento critico y decisivo por donde pasa alguien.? ¿Qué desayunaste? Se te ve cara de tener una buena pedrada. Habla ya o calla para siempre.
Y es que la indígena fijó su mirada en el punto por donde han de transitar todos los pensamientos que pasan volando, y ella no quería perder el hilo y que escaparan al mundo de las ideas sin aprovechar.
De pronto, se volvió hacia su amiga, le cerró el ordenador, guardó todo en la mochila y la cogió de la mano con brusquedad arrastrándola por la biblioteca, ya vacía por ser la última hora del viernes.
—Irina, cogemos la guagua y nos vamos a ver a Don Benito. Allí te voy a explicar algo. Localiza a Manuela para que se acerque. O mejor, yo te lo cuento y tú te las entiendes con ella. Por no meter la pata con lo nuestro. ¡Venga, ligerita! ¡Espabila!
—¡Misericordia, doña Perfecta! ¡Ten misericordia de esta pobre Fortunata! ¡No me des tormento ¡Chacha, que yo también manejo fleje!
—Investigación y espíritu crítico. Investigación, pequeña Irina.
—Madre mía. Con el CNI hemos topado. Y lo de pequeña… En fin. Al grano.
—Esta, nuestra ciudad, desde su fundación por aquellos que vinieron de fuera, no creas que cambió mucho desde el siglo XV. En la época de nuestro amigo Don Benito tendría unos quince mil habitantes y estaba formada por dos barrios, Vegueta y Triana, amurallados y comunicados por dos puentes que cruzaban el hermoso barranco Guiniguada, que hoy, en su timidez, yace bajo el asfalto. O mejor, por vergüenza de lo que tu generación ha hecho.
—Bueno, Gara, coge surco que hoy ese no es el tema.
—De acuerdo, ¡pero es que me da mucha rabia! Bueno, no me mires así. Sigo: sus calles estaban iluminadas por faroles de aceite y había pilares públicos. No había luz eléctrica, ni institutos públicos, ni teatros, ni bibliotecas, ni carruajes por las calles, ni visos de progreso. Sí que había muchos conventos, iglesias y ermitas, eso sí.
Descubre los nombres de obras de Galdós en el mapa de Las Pamas de Gran Canaria.