Capítulo III

En la mañana del día diecinueve, Martín recibió la orden más inesperada y amarga de su vida. Tendría que acercarse hasta la calle hoy rotuladaRotulada Rotular: poner los nombres en mapas y planos. como Domingo J. Navarro y sitiarSitiar Poner cerco a un lugar para lograr su rendición. con un cañón de artillería el Gobierno Civil a fin de exigir la rendición de las autoridades allí presentes. Se aproximó para compartir conmigo la novedad y pude constatar que sus palabras salían atropelladamente y denotandoDenotando Denotar: representar [un símbolo o signo] algo, tener un determinado valor. mucha preocupación, pues era consciente de que su hermano estaría dentro del recinto. Inmediatamente me brindé para acompañarle pero, tras agradecérmelo, declinó el ofrecimiento, pues entendía que con uno de la familia que estuviera en tan preocupante tranceTrance Momento o situación muy difícil o apurada de la vida de una persona. era suficiente.
Desde mi situación observé cómo la pieza desmontada era subida a lomos de cuarenta mulas que esperaban en la plaza de armas, colocadas en formación. La maniobra se realizó en un tiempo récord, pues era muy usual hacer esta operación en las prácticas de cada día. Cuando las bestias estuvieron preparadas, los arrierosArrieros Arriero: persona que se dedica al transporte de mercancías por tracción animal. iniciaron el tiro de las mulas para ponerlas en camino a la vez que una docena de artilleros con uniformes de campaña, armados reglamentariamente, siguieron a Martín en formación. Corrí hacia las alambradas para seguirlos con la mirada. Los vi abandonar el cuartel pasando bajo el arco de la salida. La comitivaComitiva Grupo de personas que acompaña a un lugar a otra, normalmente más importante, o que lleva la representación de una comisión. iba despacio por el camino de tierra que llegaba hasta las primeras casas. Finalmente los perdí de vista, los ojos se me nublaron y el estómago comenzó a dolerme cuando la empinada calle de La Isleta se los tragó.
Durante el recorrido, algunos chicos los siguieron hasta que dejaron la barriada. Las calles de la capital estaban vacías. Una hora más tarde llegaron a su destino. A la orden del teniente, la pieza fue bajada de las mulas y montada, en menos de cinco minutos, sobre el suelo de la calle Domingo J. Navarro. Su posición no ofrecía dudas pues estaba dirigida hacia la fachada del Gobierno Civil, situado más abajo en la calle Mayor de Triana y a unos doscientos cincuenta metros. Para ello los artilleros aplicaron los cálculos aportados por Martín y, tras corregir el ángulo de tiro, cargaron el cañón del diez y medio y esperaron órdenes. En el Castillo de Mata estaba destinada una guarnición también de artillería que estaba a la espera de aportar el tendido telefónico que serviría de recurso para contactar con la institución civil, pero Martín dirigió sus pasos hacia el Cine Wood, situado a pocos metros del emplazamiento de la pieza, y solicitó el teléfono a un empleado que, al igual que otros muchos en la calle, estaba a la puerta del establecimiento viendo lo que ocurría. Martín me dijo que en aquellos momentos él era consciente de que tenía que aparentar tranquilidad ante sus hombres, pero no podía olvidar la situación a la que se estaba enfrentando y las posibles consecuencias que aquella actuación podría acarrear, no solo en su familia. Sentía su corazón latir con fuerza. A los pocos segundos levantaron el teléfono y solicitaron que se identificara. Martín cumplió con la petición y requirió hablar con el Gobernador Civil. Tras un par de minutos de espera, el mandatario se puso al teléfono y con voz firme le exigió una respuesta sobre lo que se pretendía. El teniente Blanco se volvió a identificar y le explicó que, cumpliendo órdenes de sus superiores, tenía el edificio encañonado y que daba a todos los ocupantes cinco minutos para entregarse en el Gobierno Militar, pues en caso contrario procedería al bombardeo. Tras la conversación, Martín regresó con paso firme junto a sus subordinados y esperó con ansiedad el devenir de los acontecimientos.
Mientras tanto, dentro del Gobierno Civil la noticia corrió como la pólvora. Étienne oyó el nombre de su hermano y corrió hacia la ventana del primer piso para dirigir su mirada calle arriba hasta donde habían dicho que estaba emplazado el cañón. Tras comprobar que se trataba de un hecho real, trató de distinguir en la lejanía a Martín, pero le fue imposible. Su semblante cambió de color y una gran amargura recorrió su cuerpo. Las preguntas sobre el porqué de aquella manera de actuar se sucedieron en su mente pasando a la vez, con la velocidad del viento, las imágenes de toda una vida dedicada a compartir los valores familiares del respeto a las ideas de los demás.
Cerró la ventana y con los ojos nublados bajó a la planta principal donde ya se habían reunido todos sus jefes y compañeros de trabajo. Allí estaba también el sargento que mandaba a los agentes de la guardia civil y de la guardia de asalto que velaban por la seguridad del edificio y de sus ocupantes. No tenían alternativa. Estaban sitiados y no había otra salida a aquella situación tan preocupante más que entregarse a las autoridades militares a fin de evitar una masacreMasacre Matanza conjunta de muchas personas, por lo general indefensas. sin necesidad. El propio Gobernador Civil, a punto de cumplirse los cinco minutos, llamó por teléfono al Mando Militar y comunicó su decisión. Unos minutos después, el teniente Blanco respiró profundamente cuando un emisarioEmisario Persona enviada a un lugar para llevar un mensaje, tratar un asunto o mediar en una situación. procedente del Castillo de Mata le comunicó el desenlace final. Solo entonces mandó retirar la pieza y que fuera montada en las mulas para proceder al retorno al cuartel de La Isleta.
La salida de los ocupantes del Gobierno se hizo de manera ordenada. Los mandos con cargos y los funcionarios lo hicieron en primer lugar, entre ellos Étienne quien se negó a hacer valer su condición de hijo de diplomáticoDiplomático Persona a la que se asigna la función de representar a un Estado ante otro sujeto de derecho internacional, a fin de conducir y mejorar sus relaciones mutuas. y con disposición de extranjero de nacionalidad francesa. Caminando lentamente se acercaron hasta el Gobierno Militar donde fueron retenidos en el patio hasta nueva orden, según les comunicó el mando militar que les recibió. Los guardias civiles, mandados por el sargento, ocuparon el centro de la calle Mayor de Triana y, en formación, desfilaron hacia el mismo destino y suerte que los civiles, para una vez allí hacer entrega de sus armas.
La noticia de la toma del Gobierno Civil y el arresto de sus ocupantes llegó a la mansión de Ciudad JardínCiudad Jardín Ciudad Jardín es un barrio residencial ubicado en pleno centro de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, entre los barrios de Alcaravaneras y Arenales. apenas media hora después del hecho. La preocupación se apoderó de la familia. Monsieur Blanc ordenó que el coche del consulado se preparara para acercarse hasta el Gobierno Militar con la intención de traerse a casa a su hijo Étienne, pensando que la doble condición del joven podría sacarlo del problema en el que se había metido. Tras más de dos horas de espera en la puerta sin poder reunirse con el abogado y sin ser recibido por la máxima autoridad militar, comenzó a entender que la situación se le presentaba muy complicada. Finalmente le comunicaron que en aquellos momentos no podían atenderle. Monsieur valoró la posibilidad de que los altos mandos militares no quisieran comprometerse recibiendo a diplomáticosDiplomáticos Un diplomático es un servidor público, sea de carrera o por designación política, que ejerce la representación del Estado en las relaciones internacionales.. Y es que, ciertamente, pudo ver la actividad frenéticaFrenética Que tiene o muestra rabia, furia o enfado de manera exagerada. y el desconcierto que reinaban en la entrada y alrededores del recinto, por lo que supuso que en su interior el desbarajuste tendría que ser mucho mayor. Se marchó de allí mucho más preocupado de lo que había llegado, sin haber podido aclarar nada y sin saber cómo iba a recibir la noticia su esposa.
Martín llegó a La Isleta e informó a sus superiores de lo acontecido, y acto seguido me buscó hasta encontrarme haciendo guardia en los polvorines. Se abrazó a mí y lloró desconsoladamente, pues estaba muy preocupado por la suerte corrida por su hermano. Jamás de niño había visto a Martín llorar, y eso, más que cualquier otra cosa, fue lo que me dio la verdadera magnitud del peligro que Étienne podía sufrir. Después de un rato de conversación y de tratar de hacerle entender que él había obrado en consecuencia, pues cumplía órdenes, Martín se disponía a abandonar el lugar cabizbajoCabizbajo Que tiene la cabeza inclinada hacia abajo, por abatimiento, melancolía, etc. y prácticamente igual de apesadumbradoApesadumbrado Que muestra tristeza, aflicción y disgusto., cuando recibimos la noticia de que se nos requería en la entrada. La emotiva visita de sus padres y hermana menor fue como un bálsamoBálsamo Medicamento compuesto de sustancias comúnmente aromáticas, que se aplica como remedio en las heridas, llagas y otras enfermedades.. Martín, entre los brazos de Madame y María pareció encontrar el consuelo y la absoluciónabsolución Absolver: eximir a un acusado de una pena o de una condena pecuniaria mediante una resolución judicial. que buscaba.
Ellos fueron los que nos pusieron al tanto del ambiente tan movido que reinaba en el Gobierno Militar. Y en el preciso momento en el que su padre comentaba que, a su juicio, nadie parecía tener muy claro lo que sucedía o a quién obedecer, vi iluminarse los ojos de Martín con un brillo que hacía años que no veía, y supe, de forma inmediata, sin necesidad de que me lo explicara, lo que teníamos que hacer para solucionar el problema.
Martín sonrió, y con aplomo, le pidió a su madre que le preparara el otro uniforme de diario, una navaja de afeitar y unas tijeras de buen tamaño y, por las dudas, la vieja cédula de identificación de Étienne, aquella que Madame guardaba por motivos sentimentales y en la que figuraba el nombre de Esteban Blanco.
A esas alturas, sus padres adivinaron lo que nos proponíamos, y las reacciones fueron diversas. María, mi valiente María, desde un principio se mostró de acuerdo con la idea, mientras que Monsieur, aterrado, se negó tajantemente. Era lógico que no quisiera arriesgar a un hijo para salvar a otro, ya que al fin y al cabo, él era un hombre que confiaba en la diplomacia y el diálogo para solventar cualquier problema. Si nos descubrían, y por supuesto que participaríamos los dos –de ningún modo iba yo a abandonar a los gemelosGemelos Individuos que han sido alumbrados en un mismo parto. en tan difícil trance como ese–, podíamos enfrentarnos a cargos de traición. Monsieur era inflexible. No teníamos su beneplácitobeneplácito Aprobación o permiso de alguien para hacer una cosa.. Ni los serios argumentos de Martín sobre el futuro que pudiera esperarle a Étienne, ni incluso lo que sucedería si descubrían el carnet del partido comunista francés que este portaba, hicieron doblegarse a su padre. Yo me temía que no pudiéramos hacerlo cuando Madame, los ojos arrasados en lágrimas, miró a su hijo mayor y le pidió que protegiera a Étienne de la misma manera que había hecho en nuestra infancia.
Eso decantó la balanza a nuestro favor, y en menos de diez minutos nuestro plan tomó forma. Volvíamos, muchos años después, a representar la ruse.



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