Capítulo I

Dicen que un hombre es afortunado en la vida si puede contar con un buen amigo. Si ese es el caso, entonces yo he sido doblemente afortunado.
Desde la atalayaAtalaya Lugar elevado desde el que se puede observar gran extensión de terreno o de mar. de mis noventa y dos años y con la perspectiva que me dan las experiencias vividas, puedo asegurar que ahora ya pocas serán las cosas que me lleve cuando llegue mi hora final. Siento que ha llegado el momento de compartir un secreto que he guardado durante cerca de sesenta años. Tengo la esperanza de que esta decisión sirva como ejemplo de que, aun en tiempos de guerra, la fuerza de la sangre debería pesar más que la propia conciencia.
Me llamo Pablo Gómez y nací en Telde, Gran Canaria, allá por el año 1916. Mi padre, un hombre de campo, tenía cierto don con las plantas y su periciaPericia Habilidad para resolver con acierto, facilidad y rapidez algo que entraña cierta dificultad. corrió de boca en boca entre las gentes acaudaladasAcaudaladas Personas que tienen mucho dinero o muchos bienes.. Durante un par de años, trabajó cuidando los jardines de varios caserones en San Francisco, pero en el año 1920 fue contratado en exclusividad como jardinero de una gran mansión en Ciudad JardínCiudad Jardín Ciudad Jardín es un barrio residencial ubicado en pleno centro de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, entre los barrios de Alcaravaneras y Arenales., un barrio acomodado de la capital. Puesto que el salario acordado incluía trabajo como ayuda del hogar para mi madre y alojamiento para toda su familia, mis padres y yo, hijo único, nos trasladamos a Las Palmas de Gran Canaria.
Monsieur Blanc era un caballero francés, diplomáticoDiplomático Persona a la que se asigna la función de representar a un Estado ante otro sujeto de derecho internacional, a fin de conducir y mejorar sus relaciones mutuas. de profesión y de carácter, que había renunciado a un porvenir brillante en las colonias francesas de ultramarUltramar Hace referencia a un país o un lugar situado al otro lado del mar o del océano desde el punto de vista del hablante. por amor a Madame Blanc, de soltera María Eugenia Bravo y del Castillo. Se conocieron en París cuando él era un joven emprendedor y ella, una colegiala de un exclusivo internado suizo que estaba en viaje de estudios con sus compañeras.
Monsieur, como miembro del Ministère des Affaires ÉtrangèresMinistère des Affaires Étrangères Ministerio de Asuntos Exteriores., fue uno de los encargados de atender a los visitantes foráneosForáneos Que son o proceden de otro lugar. durante las terribles inundaciones de 1910 en la capital francesa. Madame siempre recordaba entre risas cómo su caballero de brillante armadura, en lugar de descender de un caballo blanco, hizo su entrada triunfal bajando de una lancha a las puertas de los salones del antiguo Hôtel Lancaster, en la Rue de Berri, a pocos metros de los Campos Elíseos. Primero hubo miradas; luego, conversaciones debidamente supervisadas por institutricesInstitutrices Mujeres que tienen por oficio educar, enseñar o instruir a uno o más niños en la casa de estos.; con posterioridad, largas cartas; y en poco tiempo Monsieur Blanc comenzó a desplazarse regularmente a Berna. Luego pidió la mano de su amada a sus suegros y se casaron en París. Pasados unos años solicitó destino y aceptó un alto cargo en el Consulado Francés en Gran Canaria para cambiar así las grises aguas del Sena por las azules del Océano Atlántico, y la permanente tristeza de Madame por la alegría de estar en su tierra.
Antes de que nos trasladáramos a la casa grande, mi padre me había hablado de las ocurrenciasOcurrencias Dichos o hechos graciosos e ingeniosos que se le ocurren a una persona. de los hermanos Blanc, pero había olvidado mencionarMencionar Nombrar o citar a una persona o una cosa. dos hechos extremadamente interesantes: el primero, que solo eran cuatro años mayores que yo, lo que me otorgabaOtorgaba Concedía o daba una cosa, generalmente como mérito o recompensa. muchas posibilidades de pasármelo bien en un mundo novedoso para mí; y el segundo que se trataba de gemelosGemelos Individuos que han sido alumbrados en un mismo parto., algo nada usual entre mis amigos. Probablemente el que pasara por alto estos detalles se debiera a que siempre los veía de espaldas, escapando tras cometer alguna fechoríaFechoría Acción mala o delictiva.. Años después completaría la familia María, una pequeña muy linda y de ojos azules, que aumentó la alegría de la casa y que con el paso de los años jugaría un papel muy importante en mi vida.
A pesar de las reticenciasReticencias Desconfianzas o cautelas que inspiran ciertas personas, actos o dichos. de mis padres y sus esfuerzos por mantener las distancias protocolariasProtocolarias Que se hacen solamente por cortesía o por cumplir unas determinadas reglas o costumbres., Esteban, Martín y todos los de la mansión pronto me acogieron como un hermano sin tener en cuenta la diferencia de edad, un detalle de agradecer pues los chicos lo mirábamos con lupa, así que no tardé mucho en darme cuenta de que Madame no hacía distinciones entre los tres a la hora de repartir unos merecidos coscorronesCoscorrones Golpes dolorosos, aunque no muy fuertes, dados en la cabeza con los nudillos de la mano cerrada. o algunas galletas recién horneadasHorneadas Cocciones rápidas a las que se somete un alimento en el horno., si ese era el caso. Y pronto la chiquillería de la casa comprendió que en ella siempre teníamos un compincheCompinche Persona que es compañera o cómplice de otra, especialmente en acciones delictivas o censurables. dispuesto a escuchar nuestras aventuras y a ayudar con las consecuencias de las correríasCorrerías Conjunto de aventuras y peripecias que experimenta una persona en uno de esos viajes cortos. por el barrio. El mismo efecto, pero a la inversa, se produjo en mi madre, con más lentitud eso sí, pues los gemelos aprendieron a tener el mismo sano respeto por su zapatilla que siempre tuve yo.
Martín era el típico hijo mayor. AudazAudaz Que es capaz de emprender acciones poco comunes sin temer las dificultades o el riesgo que implican., decidido, acostumbrado a que su hermano y yo le siguiéramos en toda ocurrencia sin demasiada oposición, pronto quedó claro que era el líder de nuestra reducida pandilla. Esteban, en cambio, era el alma sensible del grupo, el idealista, siempre con la cabeza en las nubes e interesándose por las causas difíciles y, aunque él no lo pidiera ni lo reconociera, sí que necesitaba de la protección de su hermano en momentos comprometidos. Yo tenía mayor sentido práctico que cualquiera de los dos, así que las tareas que requerían algo de mano izquierdaMano izquierda Habilidad que tiene una persona para manejar o resolver un asunto con tacto. caían irremediablemente en las mías, ya que la vehemenciaVehemencia Con vehemencia: Ardiente y lleno de pasión. de uno y las ensoñaciones del otro los hacían virtualmente incapaces de resolver con eficacia. Esto se traducía en largas disputasDisputas Conflictos, debates o controversias entre ellos a cuenta de todo y por nada, puesto que era muy difícil convencerlos para considerar el punto de vista contrario o para centrar cualquier asunto.
Esta incapacidad mental de ponerse en el lugar de su hermano no se traducía en una imposibilidad física, puesto que nuestro juego preferido era que suplantaranSuplantaran Ocupasen con malas artes el lugar de otro. sus identidades en lo que acostumbrábamos llamar la ruse. Llegaron a tener tal maestría en ella que en más de una ocasión consiguieron engañar incluso a nuestras madres, ya que la interpretación de los papeles incluía expresiones particulares y ticsTics Movimientos (tics motores) o sonidos (tics vocales), breves, rápidos, repetitivos, estereotipados, no rítmicos y carentes de objetivo. característicos, además de cierto estado mental en el que eran capaces de defender con soltura y pasión los gustos e ideas del suplantado.
Este juego, que ocupó muchas de nuestras horas de infancia, quedaba sin embargo limitado a las épocas del año en las que Esteban se encontraba bien de salud. Él era un chiquillo enfermizo, con mañaMaña Habilidad para hacer una cosa bien o con facilidad. para debilitarse a causa del asma, lo que le obligaba a reposar más que a Martín. Por eso pasaba temporadas en el Hotel Santa Brígida, donde el clima de El Monte Lentiscal le hacía recuperarse con facilidad. Sin embargo añorábamosAñorábamos Recordábamos con pena la ausencia, privación o pérdida de una persona o cosa. estar siempre juntos, pues el Ciudad Jardín de aquellos años era un campo de juego inmejorable para poner en práctica los entretenimientos que nos vinieran a la cabeza por muy descabelladosDescabellados Que van contra la razón, la prudencia o la sensatez. que parecieran, ya fuera entre los jardines de sus preciosas mansiones o en su costa, donde zonas de playas de suaves arenas se alternaban con el litoral de rocas y en los que nadar, tomar el sol, pescar o mariscar era una delicia. En definitiva, fuimos tan felices durante nuestra infancia y juventud que estas pasaron con la velocidad del rayo y pronto nos vimos en puertas de tomar decisiones como jóvenes adultos.
Como decía, la disparidadDisparidad Diferencia o desigualdad de una cosa respecto de otra. de caracteres separó nuestros gustos más si cabe. Recuerdo especialmente las conversaciones interminables, en un idioma creado por espontaneidad intermedio entre el francés y el español, al que ya nos habíamos acostumbrado –aunque a decir verdad la lengua oficial de todos los habitantes de la mansión, incluido yo mismo, era el francés–, por los estudios a seguir y por la nacionalidad de los gemelos. Ellos habían nacido en Francia, y eran hijos de un francés y una española, por lo que gozaban de doble nacionalidad, hasta que a los dieciocho años tuvieron que decidir. Martín, como se preveía, quiso dedicarse a la carrera militar y optó por la nacionalidad española. Luego se embarcó rumbo a Cádiz para ingresar en el Real Colegio de Artillería en el Alcázar de Segovia, con su flamanteFlamante Que brilla o resplandece. cédula de identificación en la que constaba como Martín Blanco Bravo. Esteban, por su parte, conservó la nacionalidad francesa. Esta decisión conllevó el que su nombre apareciera en su Carte d´identité como Étienne Blanc. Posteriormente optó por estudiar abogacía en La Sorbona y, para ello, se trasladó a casa de sus abuelos paternos en la capital francesa. Allí comenzó a frecuentar las reuniones estudiantiles de la izquierda francesa para terminar militandoMilitando Figurando en un partido político o en una agrupación. en el Partido Comunista francés.
Yo, sin embargo, siempre tuve clara mi afición por los números, así que de acuerdo con los dos matrimonios de la mansión, decidí estudiar perito mercantil en la antigua Escuela Superior de Comercio de las Palmas por lo que, tratado como un hijo más en aquella gran familia, desempeñaría, pasados los años, los papeles de administrador de los negocios de ultramarinos y propiedades de los Blanc y también el de yerno al casarme con aquella niña de los ojos color cielo, cuando se convirtió en una hermosa y cautivadora joven.