Horribilli Exterminorum Bellum Ajedresti

Horribilli Exterminorum Bellum Ajedresti

La escalera nos llevó directamente a un gran tablero de ajedrez. A un lado y a otro se alzaban peones, alfiles y caballos en una gran batalla campal para comerse al rey de cada equipo.

Me acordaba perfectamente de ese cuadro y conocía todos los detalles. A un lado y a otro estaban los codiciadoscodiciados Deseados. reyes, resguardados por toda su escolta.

De repente, todas las piezas se giraron hacia nosotros. En cualquier partida de ajedrez las interrupciones estaban muy mal vistas y parecían muy enfadados.

—Abuelo, creo que están enfadados… No deberíamos haber interrumpido —afirmé preocupada.

—Lo mejor será unirnos a la partida… Déjame el pincel, ¡nos disfrazaremos!

Con un toque de pincel y un poco de acuarelaacuarela Producto usado para pintar cuadros., nos hizo un traje de alfil a cada uno. Entonces cogí impulso y alcancé en una diagonal a un peón del equipo contrario.

En pocos minutos, el abuelo me alcanzó y se comió a otro peón que estaba a mi derecha y amenazaba con atacarme. Poco a poco fuimos adelantando posiciones, cerca se divisaba ya al rey. Se encontraba arrinconado y su cara reflejaba preocupación.

—Abuelo, ¡ya estamos cerca! —grité entusiasmada.

—Tenemos que ganar para que nos dejen marchar. ¡Jamás se puede dejar una partida a medias! —el abuelo parecía preocupado.

Detrás de nosotros se encontraba la reina, que se acercó y nos susurró algo al oído:

—Su misión es arrinconar a la reina del equipo contrario, ¡yo me ocupo del rey!

Seguimos sus instrucciones y atacamos a la reina. Cada uno avanzó por un lado y pudimos impedirle el paso. En dos jugadas más, nuestra reina consiguió hacerle jaque al rey y en la última jugada se escuchó alto y claro: «¡JAQUE MATE!». El rey blanco quedó derrotado y la partida se dio por terminada.

La reina negra se acercó a nosotros y nos felicitó por nuestra gran jugada. Mi abuelo era un experto jugador de ajedrez, así que no nos fue difícil encontrar la mejor estrategia.

—Gracias a ustedes hemos podido derrocarderrocar Hacer caer al rey. a nuestros enemigos. ¡Pidan un deseo y se les concederá! —sentenció la reina con firmeza.

—Necesitamos regresar a casa, nuestra familia debe de estar muy preocupada —dijo el abuelo haciendo una reverencia.

—Ya entiendo, deja que piense… Le diré a mi caballo más veloz que los lleve al cuadro PesadillaPesadilla Sueño horrible., seguro que allí encuentran la forma de volver a casa —afirmó la reina.

Nos subimos al caballo. Al ser de madera, era un poco resbaladizo, por lo que nos tuvimos que agarrar con fuerza. Rápidamente, nos llevó a nuestro destino. Sin duda, era un caballo muy veloz y no paró para descansar ni un segundo.


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