ALONSILLO

Escondido detrás de unas dunas de arena en las cercanías de la ermita de Santa Catalina, el joven Juan Alonso siente que los dientes le castañetean. Su cuerpo, delgado y metido en un jubónJubón El jubón es una prenda rígida que cubría desde los hombros hasta la cintura y que estuvo en boga en España en los siglos XV al XVII, hasta que las túnicas más largas o con vuelos de haldas y las casacas de influencia francesa se hicieron más populares. de cuero reforzado que le ha proporcionado el deánDeán Canónigo que preside el cabildo de la catedral. don Francisco Mejía, su señor, tiembla como aquejado de fiebres. Puede que sea miedo o excitación, o ambas cosas al tiempo, ante el espectáculo que se le ofrece a la vista
De detrás de Las Isletas ha venido entrando en la bahía una interminable fila de enormes galeonesGaleones Un galeón es una embarcación a vela utilizada desde principios del siglo XVI. Los galeones eran barcos de destrucción poderosos y muy lentos que podían ser igualmente usados para el comercio o la guerra. enemigos en actitud de ataque. Ya lleva contados más de sesenta y continúan apareciendo por la altura de la Punta del Palo.
En contraste con el negro volcánico de Las Isletas, da la impresión de que surge de las tinieblas una procesión de silenciosos aparecidos de velas blancas. Llevan todos en sus mástiles las inconfundibles insignias naranjas, blancas y azules de los enemigos de Dios Nuestro Señor. Formando una doble hileraHilera Hilera: Orden o formación en linea de un número de personas o cosas., se van alineando paralelamente a la línea de costa, y asomando por los costados, las negras bocas de sus cañones apuntan a las posiciones de defensa.
Son pasadas las ocho de la mañana del 26 de junio de 1599 y la isla de Gran Canaria está amenazada por la mayor escuadraEscuadra Un escuadrón naval o escuadra naval es una unidad militar compuesta por tres o cuatro grandes buques de guerra, naves de transporte, submarinos, o a veces pequeñas embarcaciones que pueden ser parte de una mayor fuerza de tareas o flota. enemiga que ha conocido su historia.
Hace dos días fue la conmemoración de San Juan Bautista y Alonsillo, como cariñosamente le llama el señor deán desde que lo acogió a su cargo cuando quedó huérfano, cumplió dieciséis años. La vez anterior de un ataque de piratas a la isla le dejó un sentimiento de frustración ; al no haber podido participar, por razón de su edad. Tras la ya legendaria victoria sobre el corsario Drake, ahora está a punto de hacer realidad un sueño acariciado durante los últimos cinco años. De la antigua gestaGesta Gesta: Hecho o conjunto de hechos memorables. solo guarda el recuerdo de los continuos estampidos de los cañones y los destellos luminosos en el cielo nocturno, al tiempo que, en compañía de algunas mujeres, huía de la ciudad por el camino del centro hacia el refugio de La Vega. Pero el tiempo le había hecho un hombre. Había aprendido a manejar las armas y se había acostumbrado, en el servicio de su señor deán, a las labores de ayuda espiritual y atención a los necesitados.
Sobre las cuatro de la mañana, los vigías apostados en la atalaya de Las Isletas divisaron la escuadra e hicieron elevar al cielo una espesa columna de humo como señal de aviso. El estruendoso estampido de un cañón de la fortaleza de La Luz hizo desconcentrar a Alonsillo de su oración de la mañana.
Casi al mismo tiempo, las campanas de la Catedral comenzaron a voltear tocando a rebato. Ya sabía lo que había que hacer en ese caso. Se vistió precipitadamente el coselete de cuero reforzado, se puso el morrión que quedaba un tanto holgado a su cabeza y se unió en la calle con el resto de la servidumbre de don Francisco Mejía. Con este a la cabeza del grupo, se dirigieron al obispado.
La plaza de Santa Ana era un auténtico zafarrancho. Todo eran gritos, ruidos y movimiento bajo el constante sonido de las campanas que continuaban repicando.
Los tamborileros de las cinco compañías de la ciudad congregaban a sus milicianos a redoble de tambor, junto a los colores de sus banderas respectivas. Estos acudían con sus picas, arcabuces y mosquetones. Algunos capitanes y oficiales en sus caballerías procuraban abrirse paso difícilmente.
Una yuntaYunta Yunta: Pareja de bueyes o mulas que, uncidos con el yugo, sirven en la labor del campo o para tirar de carros. de dos poderosos bueyes negros pasaban por delante de la Catedral arrastrando un cañón de más de veinte quintales de peso. Iba camino de la puerta de la muralla norte de la ciudad, la que llevaba a los arenales de Santa Catalina y por donde, dentro de poco, ya formadas, seguirían las compañías de miliciasMilicias Técnica de hacer la guerra y de preparar a los soldados para ella.; menos la que capitaneaba el señor obispo, quien antes de acudir a los arenales había decidido pedir el favor divino orando en la Catedral con todos sus miembros.
Después del oficio religioso y montado a caballo, llegó el señor obispo con su comitiva a los arenales. El gobernador don Alonso de Alvarado le encomendó entonces a su compañía un puesto en la retaguardia, junto a la ermita de Santa Catalina, y en funciones auxiliares. Debían repartir bizcocho y agua a los combatientes, así como dar ayuda y consuelo espiritual a los posibles heridos. A regañadientes, a esa labor prometió aplicarse Alonsillo.
Desde su posición ve ahora todo el escenario ante sus ojos. Los galeones que se van adentrando en la bahía en formación y muy despacio; a la izquierda, junto al mar, en la punta de Santa Catalina, los dos grandes cañones que fueron traídos por las yuntas de bueyes están en posición defensiva; las primeras trincheras en la arena, con los milicianos agazapados y con sus armas preparadas; la figura quieta del gobernador don Alonso Alvarado sobre su hermoso caballo blanco con la espada desnuda en la mano; su lugarteniente, don Antonio Pamochamoso, sobre un nervioso caballo retinto, recorriendo incansable la larga línea de trincheras.
Por ser el lugar de mejor acceso desde el mar, se piensa que el enemigo intentará desembarcar por aquí, por la caleta de Santa Catalina, por eso se han concentrado ahí las mejores compañías. Las demás se han distribuido en una larga línea que va de sur a norte, desde el pie de las murallas a la entrada de la ciudad hasta el istmo de Guanarteme.
Poco a poco han ido llegando las que vienen del norte, de Guía y Gáldar, y las que proceden del sur, de Telde y Agüimes. Todo parece estar preparado. El corazón de Alonsillo palpita como uno de los tambores de las compañías.
En las cubiertas de los galeones se ve mucho movimiento y gente que baja por escalas a grandes barcas planudas que están a la vera de los barcos.
Aunque ya lo esperaba, Alonsillo puede evitar que tres sucesivos estampidos de los cañones de la fortaleza de La Luz le produzcan un fuerte sobresalto. Una de las balas levanta una columna de agua junto a un galeón, pero las otras dos desgarran la vela mayor de una de las naves capitanas. Un gran júbilo se levanta en la orilla al tiempo que innumerables lenguas de fuego salen de los costados de los buques. Los silbidos de las balas, el tronido incesante de los cañones y el griterío de los dos bandos se hacen dueños del mundo.
Sintiendo en el interior de su cuerpo el continuo retumbo de los cañonazos, en los primeros minutos Alonsillo parece asistir a un espectáculo de sonido, luces y colores. Mira cómo los proyectiles de la artillería de la fortaleza alzan continuas columnas de agua y abren boquetes en los costados de los buques. Y como si tuviera el propósito de realzar la espectacularidad de la función, Alonsillo asiste asombrado a la carrera desbocada de los dos bueyes negros que traían el sacre y que vienen enloquecidos siguiendo la línea de la playa en dirección de regreso a la ciudad. Es algo hermoso ver sus poderosos cuerpos negros en el hervidero de espuma blanca que levantan
De pronto, cuando pasan casi enfrente de donde observa Alonsillo, la caída de una bala de cañón parece romper el cuadro en pedazos. Cuando todo se recompone, solo uno de los bueyes continúa su alocada huida. Nunca comprenderá el triste destino que le separó de su compañero de fatigas.



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