LA CRUZ DEL INGLÉS

Aquel día del 3 de julio de 1599 se escribió una de las páginas más memorables de la historia insular. Utilizando las mejores tácticas de la guerra de guerrillas y aprovechándose de los elementos y el conocimiento del lugar del Monte Lentiscal, unos trescientos milicianos pusieron en fuga al núcleo más importante del ejército de la escuadraEscuadra Un escuadrón naval o escuadra naval es una unidad militar compuesta por tres o cuatro grandes buques de guerra, naves de transporte, submarinos, o a veces pequeñas embarcaciones que pueden ser parte de una mayor fuerza de tareas o flota. holandesa, dando muerte a muchos hombres.
Tal fue la desordenada retirada y tan descalabrada quedó la moral de su ejército, que el almirante Pieter van der Does, para evitar males mayores, decidió esa misma noche embarcar su ejército de nuevo en los galeonesGaleones Un galeón es una embarcación a vela utilizada desde principios del siglo XVI. Los galeones eran barcos de destrucción poderosos y muy lentos que podían ser igualmente usados para el comercio o la guerra..
Dicen las crónicas que el almirante mostró mucha pesadumbre al conocer la muerte del capitán Dum. Y tal vez para aligerar tanta frustración, antes de embarcar, despojó el templo catedralicio, robó las campanas y el reloj de la fachada, se llevó los archivos de la Audiencia y destruyó con fuego edificios emblemáticos de la ciudad: el Palacio Episcopal, la Audiencia, las casas del Cabildo y la de la Inquisición, los conventos de Santo Domingo, San Francisco y el de las monjas de San Bernardo; la ermita de San Telmo dentro de la muralla, y fuera de ella las ermitas del Espíritu Santo, San Sebastián, Santa Catalina y Nuestra Señora de la Luz; también destruyó con fuego el hospital de San Lázaro. La flota holandesa desapareció de las aguas grancanarias el 9 de julio.
Miles de muertos dejaron los holandeses en esta isla: centenares en los caminos cercanos a la ciudad, otros tantos en los arenales que cubrían el terreno desde las murallas del norte y el istmo de Guanarteme, y otros tantos que durante mucho tiempo el mar fue devolviendo a las playas. A todos se les enterró en tierra no sagrada, boca abajo y con la cabeza en dirección contraria a los lugares santos para que no pudieran gozar de la esperanza de la salvación.
En el lugar donde sucumbieron y se les dio tierra a los diez mosqueterosMosquetero Un mosquetero era un soldado de infantería armado con mosquete que apareció en el siglo XVI y combatió en los ejércitos europeos por dos siglos, siendo sustituidos en el siglo XVIII por soldados armados con fusiles de avancarga. y al capitán Cornelis Dum, una mano anónima erigió una tosca cruz de madera de acebucheAcebuches Acebuche: Un acebuche es un olivo silvestre. Su nombre científico es Olea Europaea var. sylvestris, es por tanto la misma especie del olivo, pero salvaje.. Como el hecho se consideró un acto de impiedad, la cruz se quitó a los pocos días. Pero reapareció al caboCabo Un Cabo es cualquiera de las cuerdas que se emplean a bordo de un barco y que, según su grueso, consta de dos, tres o cuatro cordones. de unas semanas. Con el tiempo, la gente se acostumbró a ella y se acabó asociándola con la conmemoración de la victoria.
Probablemente, y porque la mayor parte de los piratas y corsarios que arribaron a esta isla en esa época eran de nacionalidad inglesa, hoy ese lugar
La Cruz del Inglés




FICHA DE LECTURA

LA VICTORIA

Llevaban dos días (con sus noches) de asedio con intensísimo bombardeo a las murallas defensivas de la ciudad. El 28 de junio de 1599 un ejército holandés de más de ocho mil hombres armados en lucha contra los poco más de trescientos defensores isleños colocó las enseñas del príncipe de Orange en el riscoRisco Un risco es un peñasco alto y escarpado, además de ser difícil y peligroso para caminar por él. Este término es usado, sobre todo, en montañas de España. de San Francisco y en la torre de la muralla.
A las doce del mediodía y aprovechando la marea baja, un contingente pudo internarse por el hueco que quedaba entre el torreónTorreón Torreón: Torre grande para defensa de una fortificación o de una plaza. de Santa Ana en ruinas y la muralla. Mientras, otros escalaban por las cercanías de la puerta de la muralla y bajaban desde la montaña de San Francisco.
Reunidos con sus comandantes al frente en la calle de Triana, entraron en una ciudad silenciosa y fantasmal. Solo unos perros salieron a recibir con sus ladridos al ejército vencedor. Y un hombre que, calle adelante, venía con los brazos abiertos y los ojos espantados de los locos. Era un viejo marinero de Flesinga que, durante años, había permanecido en las mazmorras de la Santa Inquisición. Las mujeres, enfermos, niños y ancianos ya hacía más de un día que habían abandonado la ciudad con las pertenencias y enseres que pudieron llevarse con ellos.
Entre la riadaRiada Riada: Afluencia repentina y violenta del agua e inundación debidas a esa crecida. de cabalgaduras, camellos y otros animales de carga, en una carreta tirada por una yuntaYunta Yunta: Pareja de bueyes o mulas que, uncidos con el yugo, sirven en la labor del campo o para tirar de carros., también iba el gobernador don Alonso de Alvarado, malherido de metralla en una pierna: todos camino del centro de la isla, La Vega y San Mateo. Y mientras los holandeses entraban en la ciudad, por ese mismo camino de las medianíasMedianía Medianías: En una isla, zona intermedia entre la cumbre de una montaña y la costa. se retiraban los últimos milicianos y autoridades llevando con ellos las piezas de artillería, las armas y las municiones que pudieron salvar.
Se sabían derrotados, pero no vencidos. Reorganizar las fuerzas y planear la defensa y la resistencia eran los pensamientos del nuevo capitán general, el señor don Antonio de Pamochamoso.
Los cuatro días que siguieron a la toma de la ciudad por el ejército holandés no tuvieron un minuto de descanso para el capitán Cornelis Dum. Hombre de confianza y guarda personal del almirante Van der Does, se convirtió en la sombra y en el brazo ejecutor de muchas de las órdenes de aquel hombre grueso, pero enérgico e incansable.
Bajo su supervisión se llevó a caboCabo Un Cabo es cualquiera de las cuerdas que se emplean a bordo de un barco y que, según su grueso, consta de dos, tres o cuatro cordones. el saqueo controlado de la ciudad abandonada y el traslado de lo principal del botín a los galeonesGaleones Un galeón es una embarcación a vela utilizada desde principios del siglo XVI. Los galeones eran barcos de destrucción poderosos y muy lentos que podían ser igualmente usados para el comercio o la guerra., la organización de un servicio de vigías en las principales vías de salida y entrada de la ciudad. Como también la custodia de relevantes prisioneros isleños que habrían de servir de mensajeros a las autoridades canarias con las condiciones de rendición definitiTodo lo hacía el capitán Cornelis Dum con la habitual determinación y eficacia que había demostrado al servicio del almirante.
Pero si más allá de las acciones se nos hubiera permitido entrar en su espíritu, nos hubiera sorprendido el cambio de su alma. Durante la toma de la ciudad, se había seguido mostrando hábil y autoritario al mando de su escuadrón de mosqueterosMosquetero Un mosquetero era un soldado de infantería armado con mosquete que apareció en el siglo XVI y combatió en los ejércitos europeos por dos siglos, siendo sustituidos en el siglo XVIII por soldados armados con fusiles de avancarga., y frío y eficaz al dar muerte a los enemigos al alcance de su mosquete.
Pero el encuentro con aquel joven miliciano, casi un niño, le había causado una extraña impresión. Y aunque el capitán Dum no podía entender la razón de su alegría, sí que descubrió algo mucho más profundo que lo que pudiera hallarse tras un simple acto de piedad.
La imagen de aquel joven sin armas, tirando con todas sus fuerzas del veterano soldado muerto, que Cornelis no podía quitarse del pensamiento, le había impresionado profundamente. Le parecía que encerraba un misterio que tenía que ver con lo que leía en las páginas ensangrentadas del libro que guardaba en su morral y que esa misma noche de la entrada en la ciudad conquistada volvió a repasar a la luz de una vela. Casi no tenía dudas de que había llegado a su destino y por eso todo lo miraba con una atención casi enfermiza buscando una pista.
El 3 de julio, cumplido el tiempo del ultimátumUltimátum Ultimátum: Propuesta o decisión definitiva que suele ir acompañada de una amenaza, en la que una persona le da un plazo de tiempo a otra para que haga o deje de hacer algo. impuesto por los vencedores sin contestación de las autoridades canarias, Pieter van der Does decidió el ataque a La Vega, lugar de refugio de los isleños. Cuatro mil hombres armados, distribuidos en cinco escuadrones, fueron enviados por el camino del Centro. A la vanguardia y al mando de un reducido grupo de mosqueteros escogidos fue enviado el capitán Cornelis Dum.
La noche anterior había cambiado la dirección de los vientos y el habitual alisio del noreste fue sustituido por un viento del este que trajo a las islas la temida calima. Un amanecer rojizo y una atmósfera densa y oscura se derramaron por igual sobre canarios y holandeses, incrementando la sensación de agobio y sequedadSequedad Sequedad: Falta de líquido o de humedad. a medida que el sol, una bola roja, ascendía en el cielo turbio.
Habituados a estos episodios del clima, los isleños pronto supieron adaptarse a la inclemencia e incluso buscarle ventajas. No así aquellos oriundos de climas más frescos y septentrionalesSeptentrionales Septentrionales: Del norte o relacionado con él., que viendo aquel firmamento imaginaron el cielo de una maldición divina y bíblica.
No todos; al contrario de sus compañeros, al capitán Cornelis Dum le pareció una señal favorable, un buen presagio de lo que le iba a deparar la jornada. La mayor parte de los cuatro mil combatientes, después de una hora de larga caminata en el momento de mayor calor del día, se mostraban literalmente aplastados por los coseletes, morriones, picas y arcabuces que llevaban como cruces a cuestas; el capitán Dum, sin embargo, doscientos metros por delante, parecía arrastrar él mismo a sus diez mosqueteros con un vigor que a todos sorprendía.
Y tal vez fuera el único de todo el contingente que no se mostró preocupado al darse cuenta de que casi habían consumido toda el agua que traían; y que las acequias que se en contraban en el camino estaban cortadas y otras traían un agua envenenada con grano podrido. Porque, en realidad, la sed que sentía el capitán Dum era una sed que no podía saciarse con un agua cualquiera, sino con la que manaba de un lugar muy particular, de un lugar que él sólo podría identificar. De ahí que, acabada la cuesta de Tafira y a la vista de la espesa arboleda del Monte Lentiscal, el capitán apresurara su marcha.
El bosque era muy frondoso y los altos lentiscosLentiscos Lentisco: Arbusto de corteza parda y escamosa, ramas erectas, hojas perennes y alternas, flores muy pequeñas de color amarillento a rojo oscuro y fruto en drupa esférica primero roja y luego negra; puede alcanzar hasta 3 m de altura., mocanesMocanes Mocán: Árbol con forma arbustiva de hasta 15 m de altura, de hojas pequeñas, verdes con los bordes aserrados. y acebuchesAcebuches Acebuche: Un acebuche es un olivo silvestre. Su nombre científico es Olea Europaea var. sylvestris, es por tanto la misma especie del olivo, pero salvaje. generaban en su senoSeno Seno: Concavidad o hueco una atmósfera de un frescor indecible. Seguido a corta distancia por sus mosqueteros, Cornelis continuó deprisa apartando ramas y arbustos hasta que llegó a un pequeño claro y se paró repentinamente.
Una vena de agua clara manaba junto a un mocánMocanes Mocán: Árbol con forma arbustiva de hasta 15 m de altura, de hojas pequeñas, verdes con los bordes aserrados.. El capitán se arrodilló junto al manantial, tomó un sorbo de agua y su cara se iluminó. Abandonó el mosquete, se quitó el morrión y el coselete y con una expresión de alegría que sus hombres nunca le habían visto, les dijo que bebieran con él:
–¡Bebed! ¡Bebed! –les decía–. ¿No veis que sabe a especias? ¿No lo veis? Y los obligó a que también ellos se quitaran la armadura y siguieran bebiendo de aquella agua.
–¡Bebed! ¡Bebed y seréis otra vez jóvenes! –repetía sin cesar.
Ya dijimos que la energía y el don de mando de Cornelis eran extraordinarios. Y tal vez por eso, y aunque pudiera parecer insensato, todos sus hombres acabaron despojándoseDespojándose Despojo: Despojo es privar por voluntad propia a alguien de algo que se tenía a través del engaño o la violencia física o moral. de sus armaduras y se agacharon junto a él, bebiendo arrodillados de aquella agua. No durante mucho tiempo, porque tras un repentino ruido de ramajesRamajes Ramaje: Conjunto de ramas de árboles y plantas. en todo el cerco de aquel claro, un pequeño grupo de milicianos se abalanzó sobre los holandeses. Casi todos murieron desnucados de certeros golpes de palo, otros acuchillados y el capitán Cornelis Dum, de un lanzazo en el pecho. Al otro lado del extremo de la lanza vio el rostro del joven miliciano al que había salvado la vida en la playa.
Alonsillo casi no salió de su estupor, no ya al darse cuenta de que había matado a un hombre, sino reconociendo aquel rostro, la barba tupida y rubia, el cerco ennegrecido de los ojos, el azul de la mirada y la cruz de plata con esmeraldas en la oreja izquierda. Vio cómo el hombre levantó una mano y casi como una caricia quiso posarla en su cara. El trozo de asta de la lanza lo impedía, así que Alonsillo, desolado y con lágrimas en los ojos, cogió con su mano la mano moribunda.
Le pareció que el mosqueteroMosquetero Un mosquetero era un soldado de infantería armado con mosquete que apareció en el siglo XVI y combatió en los ejércitos europeos por dos siglos, siendo sustituidos en el siglo XVIII por soldados armados con fusiles de avancarga. musitabaMusitaba Musitar: Hablar en voz baja, susurrar una palabra extraña: Polombé.
Y después expiró. El capitán Cornelis murió con una sonrisa. Solo en el último momento comprendió que en aquel joven isleño se cumplía la profecía del libro: en él podría amar y vivir todo lo que nunca pudo amar y vivir en la vida de Cornelis Dum. Con ese pensamiento dio su alma serenamente.


EL DESEMBARCO

Después de dos horas de intenso cañoneo por ambos lados, el olor de la pólvora y la humareda de dos galeonesGaleones Un galeón es una embarcación a vela utilizada desde principios del siglo XVI. Los galeones eran barcos de destrucción poderosos y muy lentos que podían ser igualmente usados para el comercio o la guerra. en fuego que trae la brisa del noreste sofocan las respiraciones de los defensores en la playa.
Pero nada parece frenar la constante tarea de Alonsillo que lleva ya más de una hora recorriendo las líneas del frente en labores de abastecimiento. Además, tiene que ir tironeando de una mula asustada por los continuos estampidos y que carga con los víveres y el agua para la tropa.
Tal vez para huir del miedo, tiró de la mula y salió de nuevo de la posición para volver a las trincheras de Santa Catalina. En ese momento se dio cuenta de que algo había cambiado en el mar: cientos de barcas cargadas con más de cuarenta hombres armados cada una se separaron en compactos grupos y se esparcieron como una gran mancha que se extendía rápidamente por la superficie del mar.
Con la boca seca y sin poder moverse del miedo, Alonsillo sólo pudo asistir como espectador a lo que ocurrió a continuación. Y esto fue que, con un griterío infernal proveniente de las tripulaciones, la mayoría de las barcas se dirigieron a gran velocidad hacia la caleta de Santa Catalina; a la vez, disparaban los pequeños cañones que llevaban en la proa contra las posiciones defensivas de los milicianos.
Desde las filas de los canarios salieron al borde de la playa varias formaciones de soldados, que montaron sus arcabuces sobre las horquillas y aguardaron la orden de disparo. Y cuando las primeras barcas estuvieron a unos cincuenta metros de la línea de playa, dispararon a la vez los escuadrones de arcabuceros y el sacre que apuntaba desde la punta de Santa Catalina.
Como un aguacero que cayera entre la formación de barcas, el agua pareció hervir alrededor de los navíos, mientras una invisible lluvia proveniente de las bolsas llenas de pequeñas balas de plomo caía del cielo entre las tripulaciones. Muchos hombres quedaban muertos dentro de las propias barcas o caían heridos por las bordas y morían ahogados a falta de auxilio de sus compañeros.
Por eso, cuando el grupo de barcas que había iniciado el ataque remaba de vuelta para unirse al resto de la flotilla junto a los galeones, se levantó un clamor entusiasta en las filas canarias. Tal estruendo recorrió todas las líneas desde el pie del castillo de Santa Ana hasta la fortaleza de La Luz.
El entusiasmo también contagió a Alonsillo, que, a gritos desaforados que espantaron a la mula, echó todo su miedo por la boca hasta desgañitarse. Con el corazón henchido de entusiasmo y siempre tirando de la mula, corrió para llegar a las trincheras de Santa Catalina para abrazar a los héroes.
Pero no tardó la inquietud en volverse a buscar lugar en su ánimo; en plena carrera, y mientras miraba de reojo, pudo observar cómo de la flotilla de barcas volvía a salir otro grupo compacto, en este caso en dirección al embarcadero de La Luz.
Ya llevaba tiempo que la fortaleza apenas disparaba a la flota de galeones, y ese extraño silencio podría haber alentado este nuevo intento de desembarco por ese lugar. Para incrementar esos sombríos pensamientos de Alonsillo, al poco se cruzó con el gobernador don Alonso Alvarado y su lugarteniente don Antonio Pamochamoso. A galope tendido y seguidos de otros caballeros, se dirigían en dirección al embarcadero.
La misma punta de lanza de barcas que había visto retroceder en el intento de desembarco por la caleta de Santa Catalina volvía a su formación inicial al amparo de los galeones. Como confirmación, no tardó en llegar a sus oídos el júbilo de los vencedores, que, como un eco, repitieron los que estaban en la ermita de Santa Catalina.
A los improvisados almacenes de víveres de aquel lugar volvía Alonsillo para cargar la mula de fruta y agua fresca, cuando a la misma ermita llegaron dos carretas trayendo nuevos muertos milicianos. Era un amargo espectáculo observar más de diez cuerpos cristianos que ya no volverían a ver la luz de estas playas que habían defendido con u sangre.
En estos pensamientos se andaba Alonsillo cuando los gritos de alarma y el redoble de tambores de las compañías que estaban en las posiciones intermedias entre la caleta de Santa Catalina y el istmo de Guanarteme avisaron de una nueva amenaza. Eran aquellas las compañías de La Vega, Teror y Arucas, y la nueva línea de costa amenazada por la flotilla de barcas era una zona entre el embarcadero y la punta de Santa Catalina, un lugar de bajíos de muy difícil desembarco.
Con gestos precisos, el gobernador y su lugarteniente solicitaban apoyo a todos los que estaban en las inmediaciones de la ermita de Santa Catalina. No lo dudó Alonsillo y dejando la mula, salió corriendo y se mezcló al poco con los milicianos de la compañía de La Vega.
En su arrebato no cayó en la cuenta de que no llevaba arma alguna, y de que el morrión holgado que le protegía la cabeza lo había dejado en alguno de los lugares de aprovisionamiento. ¿Valentía o temeridad? Cuando se es joven como lo era Alonsillo ambas cosas suelen confundirse.
Cuando llegó a la zona de la costa, Alonsillo vio un espectáculo sobrecogedor. Con el agua en la cintura, canarios y holandeses intercambiaban arcabuzazos a quemarropa y trataban de herirse mutuamente con lanzas y espadas. Diez enormes lanchones planos ya habían encallado en la orilla y otros tantos llegaban a la zaga. Pero no se arredró Alonsillo y, sin parar su carrera, continuó entre los milicianos que gritaban desaforadamente acercándose al enemigo.
A su lado y armado con una enorme pica, ve sobrepasarle al capitán de la compañía de La Vega, el capitán Cipriano de Torres, quien, sin dudarlo, metiéndose en el agua, acomete una lancha que está a punto de encallar. Las insignias grandes y naranjas indican que viene ocupada por oficiales de alto rango.
Al de mayor porte y mejor armado ataca el capitán con tal impulso que si no consigue hincarle la lanza en el cuello es porque el holandés coloca los guanteletes ante la punta de acero y desvía el golpe a la coraza que le cubre el pecho. Cuando el capitán Cipriano de Torres quiso darle el golpe de gracia, recibe hasta cinco tiros de arcabuz. Tal vez murió sabiendo que estuvo a punto de matar con su lanza al mismísimo almirante de la escuadraEscuadra Un escuadrón naval o escuadra naval es una unidad militar compuesta por tres o cuatro grandes buques de guerra, naves de transporte, submarinos, o a veces pequeñas embarcaciones que pueden ser parte de una mayor fuerza de tareas o flota. holandesa.
Viendo cómo el capitán se hundía lentamente en el mar sin soltar la pica , Alonsillo no duda en entrar al agua y coger de los sobacos el cuerpo de Cipriano de Torres. Se sabe amenazado por los dos flancos, pero solo tiene en el pensamiento rescatar del agua aquel cuerpo probablemente ya
En ese preciso instante, un arcabucero de una lancha que llega por su izquierda carga su arma sin quitarle el ojo. Asomando por entre el resto de hombres que siguen atendiendo al almirante herido, un enorme mosqueteroMosquetero Un mosquetero era un soldado de infantería armado con mosquete que apareció en el siglo XVI y combatió en los ejércitos europeos por dos siglos, siendo sustituidos en el siglo XVIII por soldados armados con fusiles de avancarga. le apunta directamente a la cara a menos de dos metros de distancia. Alonsillo llora, no sabe si por la impotencia de alzar el cadáver del capitán o porque se da cuenta de que está a punto de morir de un disparo.
Sin soltar de los sobacos el cuerpo sin vida del miliciano, entre lágrimas mira con rabia la muerte que le muestra el mosquetero holandés.
Es un rostro fiero, de un mirar tan intenso, tan azul dentro del cerco negro con el que se pinta los ojos como el que debe mostrar la faz de una criatura del demonio. Alonsillo no le quita los ojos de encima, y cuando ve que se prende la mecha del mosquete se encomienda a Dios Todopoderoso.
No tiene tiempo para ningún otro pensamiento, ni siquiera para comprender por qué en el último instante el cañón del arma se desvía ostensiblemente a la derecha; la bala hace desaparecer la cara del arcabucero que ya estaba a punto de dispararle casi a quemarropa. Un sollozo desconsolado sacude el cuerpo enclenqueEnclenque Débil, enfermizo de Alonsillo, al tiempo que el peso del capitán Cipriano de Torres le arrastra irremisiblemente bajo el agua.
Un instante antes de sumergirse, puede ver claramente cómo el mosquetero, al tiempo que grita enérgicas órdenes a los demás tripulantes de la barca para alejarla de la orilla con el almirante herido, le mira de nuevo fijamente a la cara. Puede ver cómo el sol del mediodía hace nacer un fugaz reflejo asomándole bajo el casco. Le parece una pequeña cruz de plata que le cuelga de la oreja izquierda.
El tiempo que Alonsillo permaneció bajo el agua nunca lo supo. Sí creyó que fue una eternidad.
En la retirada precipitada, unos milicianos de la compañía de La Vega rescataron de las aguas a Juan Alonso, Alonsillo.



ALONSILLO

Escondido detrás de unas dunas de arena en las cercanías de la ermita de Santa Catalina, el joven Juan Alonso siente que los dientes le castañetean. Su cuerpo, delgado y metido en un jubónJubón El jubón es una prenda rígida que cubría desde los hombros hasta la cintura y que estuvo en boga en España en los siglos XV al XVII, hasta que las túnicas más largas o con vuelos de haldas y las casacas de influencia francesa se hicieron más populares. de cuero reforzado que le ha proporcionado el deánDeán Canónigo que preside el cabildo de la catedral. don Francisco Mejía, su señor, tiembla como aquejado de fiebres. Puede que sea miedo o excitación, o ambas cosas al tiempo, ante el espectáculo que se le ofrece a la vista
De detrás de Las Isletas ha venido entrando en la bahía una interminable fila de enormes galeonesGaleones Un galeón es una embarcación a vela utilizada desde principios del siglo XVI. Los galeones eran barcos de destrucción poderosos y muy lentos que podían ser igualmente usados para el comercio o la guerra. enemigos en actitud de ataque. Ya lleva contados más de sesenta y continúan apareciendo por la altura de la Punta del Palo.
En contraste con el negro volcánico de Las Isletas, da la impresión de que surge de las tinieblas una procesión de silenciosos aparecidos de velas blancas. Llevan todos en sus mástiles las inconfundibles insignias naranjas, blancas y azules de los enemigos de Dios Nuestro Señor. Formando una doble hileraHilera Hilera: Orden o formación en linea de un número de personas o cosas., se van alineando paralelamente a la línea de costa, y asomando por los costados, las negras bocas de sus cañones apuntan a las posiciones de defensa.
Son pasadas las ocho de la mañana del 26 de junio de 1599 y la isla de Gran Canaria está amenazada por la mayor escuadraEscuadra Un escuadrón naval o escuadra naval es una unidad militar compuesta por tres o cuatro grandes buques de guerra, naves de transporte, submarinos, o a veces pequeñas embarcaciones que pueden ser parte de una mayor fuerza de tareas o flota. enemiga que ha conocido su historia.
Hace dos días fue la conmemoración de San Juan Bautista y Alonsillo, como cariñosamente le llama el señor deán desde que lo acogió a su cargo cuando quedó huérfano, cumplió dieciséis años. La vez anterior de un ataque de piratas a la isla le dejó un sentimiento de frustración ; al no haber podido participar, por razón de su edad. Tras la ya legendaria victoria sobre el corsario Drake, ahora está a punto de hacer realidad un sueño acariciado durante los últimos cinco años. De la antigua gestaGesta Gesta: Hecho o conjunto de hechos memorables. solo guarda el recuerdo de los continuos estampidos de los cañones y los destellos luminosos en el cielo nocturno, al tiempo que, en compañía de algunas mujeres, huía de la ciudad por el camino del centro hacia el refugio de La Vega. Pero el tiempo le había hecho un hombre. Había aprendido a manejar las armas y se había acostumbrado, en el servicio de su señor deán, a las labores de ayuda espiritual y atención a los necesitados.
Sobre las cuatro de la mañana, los vigías apostados en la atalaya de Las Isletas divisaron la escuadra e hicieron elevar al cielo una espesa columna de humo como señal de aviso. El estruendoso estampido de un cañón de la fortaleza de La Luz hizo desconcentrar a Alonsillo de su oración de la mañana.
Casi al mismo tiempo, las campanas de la Catedral comenzaron a voltear tocando a rebato. Ya sabía lo que había que hacer en ese caso. Se vistió precipitadamente el coselete de cuero reforzado, se puso el morrión que quedaba un tanto holgado a su cabeza y se unió en la calle con el resto de la servidumbre de don Francisco Mejía. Con este a la cabeza del grupo, se dirigieron al obispado.
La plaza de Santa Ana era un auténtico zafarrancho. Todo eran gritos, ruidos y movimiento bajo el constante sonido de las campanas que continuaban repicando.
Los tamborileros de las cinco compañías de la ciudad congregaban a sus milicianos a redoble de tambor, junto a los colores de sus banderas respectivas. Estos acudían con sus picas, arcabuces y mosquetones. Algunos capitanes y oficiales en sus caballerías procuraban abrirse paso difícilmente.
Una yuntaYunta Yunta: Pareja de bueyes o mulas que, uncidos con el yugo, sirven en la labor del campo o para tirar de carros. de dos poderosos bueyes negros pasaban por delante de la Catedral arrastrando un cañón de más de veinte quintales de peso. Iba camino de la puerta de la muralla norte de la ciudad, la que llevaba a los arenales de Santa Catalina y por donde, dentro de poco, ya formadas, seguirían las compañías de miliciasMilicias Técnica de hacer la guerra y de preparar a los soldados para ella.; menos la que capitaneaba el señor obispo, quien antes de acudir a los arenales había decidido pedir el favor divino orando en la Catedral con todos sus miembros.
Después del oficio religioso y montado a caballo, llegó el señor obispo con su comitiva a los arenales. El gobernador don Alonso de Alvarado le encomendó entonces a su compañía un puesto en la retaguardia, junto a la ermita de Santa Catalina, y en funciones auxiliares. Debían repartir bizcocho y agua a los combatientes, así como dar ayuda y consuelo espiritual a los posibles heridos. A regañadientes, a esa labor prometió aplicarse Alonsillo.
Desde su posición ve ahora todo el escenario ante sus ojos. Los galeones que se van adentrando en la bahía en formación y muy despacio; a la izquierda, junto al mar, en la punta de Santa Catalina, los dos grandes cañones que fueron traídos por las yuntas de bueyes están en posición defensiva; las primeras trincheras en la arena, con los milicianos agazapados y con sus armas preparadas; la figura quieta del gobernador don Alonso Alvarado sobre su hermoso caballo blanco con la espada desnuda en la mano; su lugarteniente, don Antonio Pamochamoso, sobre un nervioso caballo retinto, recorriendo incansable la larga línea de trincheras.
Por ser el lugar de mejor acceso desde el mar, se piensa que el enemigo intentará desembarcar por aquí, por la caleta de Santa Catalina, por eso se han concentrado ahí las mejores compañías. Las demás se han distribuido en una larga línea que va de sur a norte, desde el pie de las murallas a la entrada de la ciudad hasta el istmo de Guanarteme.
Poco a poco han ido llegando las que vienen del norte, de Guía y Gáldar, y las que proceden del sur, de Telde y Agüimes. Todo parece estar preparado. El corazón de Alonsillo palpita como uno de los tambores de las compañías.
En las cubiertas de los galeones se ve mucho movimiento y gente que baja por escalas a grandes barcas planudas que están a la vera de los barcos.
Aunque ya lo esperaba, Alonsillo puede evitar que tres sucesivos estampidos de los cañones de la fortaleza de La Luz le produzcan un fuerte sobresalto. Una de las balas levanta una columna de agua junto a un galeón, pero las otras dos desgarran la vela mayor de una de las naves capitanas. Un gran júbilo se levanta en la orilla al tiempo que innumerables lenguas de fuego salen de los costados de los buques. Los silbidos de las balas, el tronido incesante de los cañones y el griterío de los dos bandos se hacen dueños del mundo.
Sintiendo en el interior de su cuerpo el continuo retumbo de los cañonazos, en los primeros minutos Alonsillo parece asistir a un espectáculo de sonido, luces y colores. Mira cómo los proyectiles de la artillería de la fortaleza alzan continuas columnas de agua y abren boquetes en los costados de los buques. Y como si tuviera el propósito de realzar la espectacularidad de la función, Alonsillo asiste asombrado a la carrera desbocada de los dos bueyes negros que traían el sacre y que vienen enloquecidos siguiendo la línea de la playa en dirección de regreso a la ciudad. Es algo hermoso ver sus poderosos cuerpos negros en el hervidero de espuma blanca que levantan
De pronto, cuando pasan casi enfrente de donde observa Alonsillo, la caída de una bala de cañón parece romper el cuadro en pedazos. Cuando todo se recompone, solo uno de los bueyes continúa su alocada huida. Nunca comprenderá el triste destino que le separó de su compañero de fatigas.



EL CAPITÁN CORNELIS DUM

Lenta y majestuosamente, El Orangieboom, nave capitana de la escuadraEscuadra Un escuadrón naval o escuadra naval es una unidad militar compuesta por tres o cuatro grandes buques de guerra, naves de transporte, submarinos, o a veces pequeñas embarcaciones que pueden ser parte de una mayor fuerza de tareas o flota. de 73 galeonesGaleones Un galeón es una embarcación a vela utilizada desde principios del siglo XVI. Los galeones eran barcos de destrucción poderosos y muy lentos que podían ser igualmente usados para el comercio o la guerra. de los Estados Generales de Holanda y al mando del vicealmiranteVicealmirante Militar del cuerpo de generales de la Armada que tiene categoría inmediatamente superior a la de contraalmirante e inmediatamente inferior a la de almirante. Pieter van der Does, surca las aguas abandonando el puerto de Flesinga entre «vivas» de una multitud enfervorizadaEnfervorizar Provocar en alguien, generalmente una multitud, un sentimiento intenso de entusiasmo y admiración. que atestaAtestar Llenar [una multitud de personas o de cosas] un espacio completamente o en gran medida. el muelle.
Son las primeras horas del 28 de mayo del 1599, y las Provincias Unidas de la joven República neerlandesaNeerlandés Persona natural de Países Bajos han decidido asestarAsestar Dar un golpe, causar una herida con arma blanca o disparar un arma de fuego contra alguien o algo. un duro golpe al orgulloso imperio español.
De pie en el palo de bauprésPalo de bauprés Palo grueso , horizontal o algo inclinado , que en la proa de los barcos sirve para asegurar los estayes del trinquete , orientar los foques y algunos otros usos . , la figura del capitán Cornelis Dum resulta imponente. Vestido por completo de negro –sombrero de ala anchaSombrero de ala ancha Estos sombreros se caracterizan por presentar un ala ancha y plana con copa cilíndrica y utilizar materiales como la lana, el dralón, pelo de conejo, panamá y el fieltro., jubónJubón El jubón es una prenda rígida que cubría desde los hombros hasta la cintura y que estuvo en boga en España en los siglos XV al XVII, hasta que las túnicas más largas o con vuelos de haldas y las casacas de influencia francesa se hicieron más populares. y casacaCasaca Se llama casaca a una prenda exterior, generalmente masculina, ya en desuso, que se llevaba ceñida. Se utilizó básicamente desde finales del siglo XVII hasta principios del XIX. medias de lana y patos de cuero– se sujeta con la mano izquierda a un caboCabo Un Cabo es cualquiera de las cuerdas que se emplean a bordo de un barco y que, según su grueso, consta de dos, tres o cuatro cordones., mientras la derecha descansa en la empuñadura de una espada de lazoEspada de lazo El término «espada ropera» es de origen español y aparece por vez primera en 1468. que lleva a la cintura.
La barba muy tupida y rubia la tiene recogida con lacitos negros de seda, y el cerco de los ojos, que son de un azul intenso, lo lleva pintado de un negro azulado a base de un afeite de kohlAfeite de kohl El kohl es un cosmético a base de galena molida y otros ingredientes, usado principalmente por las mujeres de Oriente Medio, Norte de África, África subsahariana y Sur de Asia, y en menor medida por los hombres, para oscurecer los párpados y como máscara de ojos.. Un arete de oro le perfora el lóbulo de la oreja izquierda y de él cuelga una pequeña cruz de plata y esmeraldas.
El capitán Dum, un hombre de edad madura, acababa de cumplir los cuarenta y cinco años, y cuando se dio cuenta de eso, se sintió triste. La mayor parte de su vida la había pasado como un soldado aventurero y ahora ya le parecía tarde para formar una familia y tener una esposa y los hijos con los que siempre soñó.
Todo lo que tenía en la vida lo llevaba encima. Y entre las pocas pertenencias que le importaban, había dos a las que tenía especial cariño.
Una de ellas era la cruz de plata y esmeraldas que le colgaba de su oreja izquierda y que le recordaba su juventud y el inicio de su vida de soldado. La consiguió en su primer combate contra los españoles tras matar con lanza al capellánCapellán Sacerdote encargado del servicio religioso de una iglesia no parroquial, como una comunidad religiosa, un hospital, etc. de la compañía enemiga y quitarle de las manos un rosario adornado con aquella pequeña cruz de plata. Desde entonces cuelga en su oreja izquierda como un amuleto.
Y lo otro que lleva siempre consigo es un libro manchado de sangre, que guarda en su morral de campañaMorral de campaña Morral con gran capacidad de llevar todo lo necesario para tu viaje con muchos bolsillos, ideal para acampar con ajuste lumbar., conseguido hace dos años durante una de las últimas batallas en las que participó. Al mando de un pequeño grupo de mosqueterosMosquetero Un mosquetero era un soldado de infantería armado con mosquete que apareció en el siglo XVI y combatió en los ejércitos europeos por dos siglos, siendo sustituidos en el siglo XVIII por soldados armados con fusiles de avancarga. seleccionados, un anochecer sorprendió a un destacamento español que descansaba en un claro del bosque, en las cercanías de Anvers. Casi todos dormían y uno de ellos, un oficial veterano, leía sentado un libro.
Un disparo de mosquete del capitán Cornelis acabó con su vida, al tiempo que un reguerillo de sangre se encauzó por dentro de la camisa hasta la palma de la mano que aún sostenía el libro.
Esa misma noche, ya en su jergónJergón Colchón relleno de paja, hierba o esparto sin puntadas o bastas que mantengan repartido y sujeto el relleno. y a la luz de una vela, Cornelis Dum leyó el título: Libro de las maravillas del mundo y del viaje de la tierra santa de Jerusalén y de todas las provincias y ciudades de las Indias y de todos los hombres monstruos que hay por el mundo, con otras muchas cosas admirables.  Su autor era un tal Juan de Mandeville. Y en la página hasta donde había llegado la sangre del veterano oficial español, pudo leer:
Junto a una selva estaba la ciudad de Polombé, y junto a esta ciudad, una montaña de la que tomaba su nombre la ciudad. Al pie de la montaña hay una gran fuente, noble y hermosa; el sabor del agua es dulce y olorosa, como si la formaran diversas maneras de especiería. El agua cambia con las horas del día; es otro su sabor y otro su olor. El que bebe de esa agua en cantidad suficiente, sana de sus enfermedades, ya no se enferma y es siempre joven.
Y aunque desde ese día, y cada noche, el capitán Cornelis leía con devoción todas las maravillas y misterios que describe el libro, siempre terminaba con la lectura de ese pasaje con la esperanza de que si descubría esa fuente y bebía de su agua, entonces podría ser joven de nuevo, casarse y tener la familia que siempre le faltó.
No hace ni dos meses que a Cornelis Dum le propusieron formar parte de la guardia personal del insigne almirante Pieter van der Does, quien, al mando de una poderosa escuadra de galeones, proyectaba atacar los dominios españoles en el otro lado del mundo. Casi tiene la seguridad de que en algún lugar de ese nuevo mundo al que ahora va con la escuadra holandesa estará Polombé y la fuente que le devolverá la juventud perdida.
Como siempre serio, esa mañana del 28 de mayo de 1599, de pie en el bauprés de la nave capitana mientras abandona el puerto de Flesinga, el capitán Cornelis Dum alza el sombrero de ala ancha por encima de su cabeza, acompañando alegremente los entusiastas gritos de la tripulación.