Cuenta una serie de peripecias en las que aparecen algunos personajes de ficción que recrean la vida de Lanzarote en el siglo XVIII. Como telón de fondo están las infernales erupciones que asolaron la isla desde 1730 a 1736, y cambiaron la faz de la mitad de su relieve, dando lugar a centenares de cráteres. Es el volcán que marca un antes y un después en Lanzarote y sirve como punto de interés del relato. Las erupciones del 30, como se las conoce popularmente en la isla, dieron lugar a un paisaje único y una forma de vida característica, pues los lanzaroteños fueron capaces de sobreponerse a un desastre natural de tales dimensiones.