Doramas

DORAMAS
Con los tehuetes repletos de moluscos y peces, a los que previamente había adormecido con leche de tabaibaTabaiba Tabaiba: arbusto de tallo carnoso y forma de candelabro. durante la bajamar, se dispuso a emprender el difícil trayecto. Aspiró la fresca brisa marina en plena armonía con la naturaleza virgen de la que se sentía parte, y a grandes zancadas remontó el acantilado procurando poner los pies en el firme preciso. Sorteó riscos, vaguadas y montes haciéndosele preciso detenerse en riachuelos y manantiales para refrescarse el sudoroso cuerpo cubierto tan solo con un faldellín de hojas de palma. Le seguía de cerca su fiel perro, Cigüé, acostumbrado a tales vericuetos, y a controlar el agreste paraje que desde cachorro aprendió a patear.
Por fin llegó a los linderos del bosque. La sombra de la espléndida masa vegetal con abundantes tiles y laureles que se multiplicaban a medida que se internaba en la espesura le alivió el cansancio. Al arrullo del canto de las aves y del discurrir del agua fresca se permitió un breve descanso sobre la hojarasca.
Alcanzó la estrecha vereda acometiendo estratégicos atajos y serpenteando laderas hasta desembocar en la orilla del barranco. Un caudal continuo resbalaba sereno entre las piedras cubiertas de musgo cuando varios muchachos salieron a su encuentro deshaciéndose en cordiales saludos mientras le aligeraban la carga. De las cuevas suspendidas en la escarpada pared fue descolgándose el reguero humano de sus moradores y, con gran algarabía, se congregaron en una explanada cerca del humedal cuajado de juncos y ñameras.
Una vez hecho el recuento, se procedió al reparto equitativo entre mayores y niños, contando también los que se gestaban en el vientre de sus madres. Hicieron fuego al soco de la ladera y después del suculento banquete de cangrejos, burgaos, lapas y pescado fresco, cada cual fue buscando un lugar cómodo donde reposar y digerir el festín. Los niños se entretuvieron en acumular los desechos en el cercano conchero donde Cigüé aún hurgaba a pesar de haber dado ya buena cuenta de su ración.
Con frases de cariño y agradecimiento despidieron al joven que de vez en cuando les visitaba y hacía posible variar su monótona alimentación. En agradecimiento, le llenaron los tehuetes de frutas y raíces, y cargado de nuevo, se encaminó a su hogar.
En un recodo del camino, ya al caer la tarde, un guirreGuirre Guirre: ave rapaz. cruzó el cielo barruntando un mal presagio. El muchacho apuró el paso y al llegar a un tramo del angosto sendero alguien salió a su encuentro agitando los brazos.
−Doramaaas, Doramaaas…
El eco se encargó de aumentar el tono desgarrador de los gritos y Doramas se quedó parado viendo como se acercaba Maninidra y temiéndose lo peor.
−¡Aititu Quehebi GuanartemeGuanarteme Guanarteme: Rey.!
Los dos se abrazaron llorando. Luego, Maninidra siguió para dar la noticia al enlace de AtamarasidAtamarasid Atamarasid: paso entre palmeras (Tamaraceite) y que así le llegara cuanto antes al Guanarteme de Telde.
La primera vez que Doramas vio al Guanarteme tenía solo siete años. La comitiva cruzó el Barranco Oscuro para pasar revista a los pastos, ganados y sementeras y hacer las debidas reservas para prevenir la hambruna en épocas calamitosas, cuando se malograban las cosechas, ya que la agricultura era la fuente de subsistencia de su pueblo.
El faycánFaycán Faycán: Sacerdote. y los guayres ejercían el control mientras que el Guanarteme, escoltado por cuatro guerreros armados con banots, recibía las muestras de cariño de sus súbditos, que se postraban a su paso.
En un pequeño valle de perenne arboleda tuvo lugar el descanso. Los pastores y agricultores dejaron su ocupación para agasajar al ilustre viajero que se apeó de una litera construida con maderos cruzados y rematados con delgados troncos dispuestos a los lados para facilitar su traslado. Dos sirvientes se apresuraron a cobijarle con pieles de cabra cuando una espesa niebla dio paso a un copioso chaparrón que empapó la tierra. El tiempo, un tanto caprichoso, de nuevo devolvió un sol radiante y el cielo se adornó con un llamativo arco iris. La figura alta y delgada del Guanarteme mostraba una gran hidalguía. Llevaba el pelo largo y trenzado atrás. Calzaba trozos de cuero amarrados con correas del mismo material, y vestía un tamarcoTamarco Tamarco: vestido de piel curtida. sobriamente pintado en varios tonos. En el centro de la cabeza llevaba un bonete con tiras de piel de cabrito que descendían
sobre los hombros.
Su apariencia agradable y su mirada cálida y bondadosa le hacía muy cercano, aunque la parafernalia desplegada en su honor le otorgara un gran halo de poder.
Sobre una piedra lisa y con respaldo se sentó a recibir a cuantos fueran desfilando ante él. Se arrodillaban y le besaban los pies. Algunos entonaban cantos y otros le ofrecían regalos. Doramas había acudido con su familia y en un momento dado se acercó tembloroso para entregarle una tabonaTabona Tabona: piedra afilada. de obsidiana afilada por él mismo. Al Rey le gustó el presente y se lo agradeció con una amplia sonrisa al tiempo que lo cogió de su barbilla y le levantó la cabeza, cosa que Doramas no se había atrevido a hacer en señal de respeto. La fuerte impresión que le causó aquel encuentro, siendo tan niño, lo convirtió en su más ferviente seguidor.


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